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Las buenas prácticas en cerdos

28 de febrero de 2010 - 23:09

sello-bienestar-animal

 

Por el Dr. Rodolfo Acerbi
Docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Tandil
[email protected]

Foto Bienestar animal cerdos 1

Hemos  compartido muchas columnas referidas al bienestar animal aplicado a los bovinos, las cuales generaron consultas y comentarios realmente valiosos.
Si bien aún resta analizar una importante cantidad de temas y generar las propuestas que continúen con estos principios tan positivos, he decidido que era oportuno, por sugerencia de los lectores, cambiar la especie a la cual nos referiremos al    menos en las próximas columnas: nos centraremos sobre los porcinos. No obstante lo cual, quedo a disposición para responder consultas por correo electrónico sobre temas relacionados con el bovino.
Mi experiencia práctica con los cerdos no alcanza para brindar un texto completo y con sentido práctico, tal cual ha sido la costumbre de este espacio en los últimos años, razón por la cual recurriré a informes realizados por el Dr. Antonio Velarde, experto de la Unión Europea con quien me he capacitado en julio de 2009.
Velarde es médico veterinario, con formación «bienestarista». Investigador científico y con experiencia en transferencia tecnológica en porcinos. Master en producción animal, experto en calidad de   carnes porcinas y con conocimiento de la legislación europea en la materia, en particular de la Directiva europea 93/119/EC sobre la protección de los animales en el momento del sacrificio.

Foto Bienestar animal cerdos 3 Bienestar del lechón
Tanto el momento del nacimiento como del destete implican un conjunto de cambios a los cuales debe responder para restablecer su equilibrio fisiológico interno (homeostasis). La capacidad de adaptación del animal a estos cambios influirá no sólo su bienestar en estas fases, sino otros parámetros productivos durante el engorde. Aquí se describe uno de los fenómenos más destacables durante estas fases productivas: la mortalidad neonatal.

Mortalidad neonatal
Es un problema importante tanto desde el punto de vista productivo (puede suponer un 10-20% de los costos totales de la explotación), como desde el punto de vista del bienestar de los lechones.
Aunque la introducción de sistemas    como las jaulas de maternidad ha reducido ligeramente la incidencia de este problema, en la Unión Europea el porcentaje se mantiene todavía considerablemente alto, entre el 10-20% (Varley, 1995).
Algunos autores sugieren que una de las causas posibles de la baja reducción que ha experimentado este fenómeno pese a las mejoras y cambios en los sistemas productivos se vincula con la propia biología de la especie porcina (Edwards, 2002).
Es decir que la estrategia evolutiva del cerdo ha sido producir un número relativamente alto de lechones poco desarrollados y modificar la inversión en cuidados perinatales en función de la disponibilidad de los recursos.
Por lo tanto, una mortalidad neonatal de hasta el 20% se consideraría «aceptable» desde el punto de vista evolutivo.
Sin embargo, existen explotaciones que consiguen valores de mortalidad de un 5-8%, lo que sugiere que extremando todas las medidas posibles se podría reducir la media de porcentaje actual, lo cual conllevaría no sólo una mejora en el bienestar del lechón sino también en los índices productivos. En este sentido, algunas investigaciones destacan que la mortalidad neonatal no está distribuida aleatoriamente entre camadas (Fraser, 1990), lo cual sugiere la existencia de una variación genética o ambiental en la cual podría intervenirse para reducir la mortalidad.
La heredabilidad de la supervivencia del lechón se ha estimado en valores relativamente bajos, entre 0,05-0,1 (Knol et al., 2002; Casellas et al., 2004).
Foto Bienestar animal cerdos 2

Por este motivo, algunos autores consideran que el aumento de la supervivencia mediante mejora genética parece difícil (Casellas et al., 2004) y, por tanto, resulta clave el control de los factores ambientales, mientras que otros autores consideran que la selección genética puede contribuir hasta cierto punto, fundamentalmente reduciendo la variabilidad en los pesos al  nacimiento (Knol et al., 2002).
Recientemente, otros autores han descrito cierta consistencia en cerdas en la tendencia a aplastar a sus lechones (Jarvis et al., 2005), sugiriendo que la selección por una «buena conducta materna» podría disminuir la mortalidad neonatal.
En general, como se describirá a continuación en este artículo, la reducción de la mortalidad neonatal se debería conseguir mediante una combinación de un correcto manejo de los factores ambientales (nutrición, estrés, ambiente físico) y una selección genética por aquellos caracteres con influencia clara.

Causas de la mortalidad neonatal
A partir de un estudio realizado sobre las principales causas de muerte neonatal confirmadas por necropsia en 214 granjas comerciales del Reino Unido (Riart et al., 2000) se determinó que la mayor parte de esta mortalidad (70-80%) se produce durante los 3 primeros días de vida y corresponde a lechones que nacen sanos pero demasiado débiles para mamar y competir con sus hermanos. Aunque el aplastamiento figura entre las principales causas de mortalidad en lechones nacidos vivos, debe tenerse en cuenta que en muchas ocasiones es consecuencia de lo que se conoce como una baja vitalidad del lechón.
De hecho, el concepto de vitalidad del lechón, entendido como la habilidad para acceder a la ubre y mamar en un ambiente competitivo, podría considerarse el denominador común de las causas de la mortalidad neonatal. Esta vitalidad está influida por factores de la fisiología del propio lechón y de la fisiología de la cerda.

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