» Oscar Muñoz Bernart remarcó la necesidad de trabajar sobre los números que ofrecen los balances de las empresas, a fin de expresarlos de una manera más efectiva.
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SUSCRIBITE » Oscar Muñoz Bernart remarcó la necesidad de trabajar sobre los números que ofrecen los balances de las empresas, a fin de expresarlos de una manera más efectiva.
Profundizando los conceptos vertidos en el artículo «Cuando los números no son lo que parecen» (publicado en nuestra edición de septiembre de 2009), Oscar Muñoz Bernart brindó algunos ejemplos prácticos respecto de la situación contable actual de los laboratorios veterinarios argentinos.
En este sentido, el profesor de Gestión y Costos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA centró sus palabras en la necesidad de realizar un análisis exhaustivo de la información contable de cada una de las empresas, con el objetivo de lograr una mejor gestión dentro de las mismas.
«El hecho de que muchas veces el resultado de los balances no coincida con la realidad de las compañías tiene que ver con algunos errores básicos que tiene la información contable», remarcó el especialista.
La realidad
Con el objetivo de graficar su posición respecto del tema, Muñoz Bernart presentó la estructura de costos de un imaginario laboratorio veterinario y analizó la evolución de tres variables a lo largo de los últimos años (Ver Gráfico Nº 1).
Allí se pudo apreciar cómo el incremento del dólar en el período 2005 – 2009 osciló entre el 26 y el 27% y el de los precios de los costos llegó a un 90%.
Por su parte, el aumento de los precios promedios de los productos comercializados no superó el 20%. «Estas brechas no sólo afectan la rentabilidad real del negocio, sino que también tienen otras implicancias», explicó el especialista, resaltando la siguiente situación.
«Si las empresas hubieran podido ajustar por inflación (la oficial) sus bienes de uso desde el año 2003 a la fecha, verían que los mismos figurarían en sus balances con un valor 70% superior al actual en pesos; y esa cifra sería inclusive superior si nos guiáramos por las estimaciones inflacionarias privadas.
En definitiva, estamos viendo el valor de nuestros bienes de uso en la mitad del que deberían tener. Hemos subvaluado las amortizaciones».
El profesional ejemplificó la situación remarcando que si una empresa hubiese adquirido un equipo de $1.000 en 2003, el número que vería en su balance al 31 de diciembre de 2009 será de $300, cuando en realidad debería ser tomando el índice oficial, de $511.
«Más allá de esto, y si al momento de realizar su declaración jurada los empresarios ven que el balance arroja un saldo positivo, tendrán la sensación de que les ha ido bien y distribuirán, por un tiempo, las utilidades como dividendos.
¿Por qué por un tiempo?
Porque cuando deban reponer el equipo que adquirieron en 2003 y sus reservas no alcancen para hacer frente al nuevo valor de $2.500, deberán pagar la diferencia con dinero de su bolsillo», resaltó Oscar Muñoz Bernart.
La preocupación
En su exposición, el disertante también dejó en claro que si bien esta es una norma de aplicación general, no necesariamente porque se mantenga una extraordinaria prolijidad en la determinación de los costos, los productos veterinarios deberán comercializarse a un valor superior al actual.
«Ahora, si todos creemos que tenemos costos más bajos de los que tenemos en realidad, probablemente estemos sobredeterminado resultados; creyendo que ganamos más de lo que en realidad ganamos. Esto nos puede llevar a un grado de optimismo y a no tomar algunas decisiones para mejorar una situación que, en apariencia, sería favorable».
Por último, el docente universitario destacó que la subvaluación de las amortizaciones, de los costos y de los precios, lleva a un proceso de descapitalización que se hará evidente cuando se deban reponer los bienes de uso.
«En el transcurso de su vida útil, hemos sido realmente poco eficientes a la hora de recuperar sus costos a través de las cuotas de amortizaciones».
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