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INFORME ESPECIAL

Producción porcina en Argentina “Es la carne con mayor potencial de crecimiento”

Análisis, cifras y perspectivas de una industria que factura más de US$ 2.100 millones. La carne de cerdo es la más elegida por los consumidores en el mundo occidental. En Argentina, su popularidad viene en aumento: solo en 2016 incrementó otro kilo su participación en las mesas locales.
Motivar | Facundo Sonatti
Por Facundo Sonatti 1 de marzo de 2017 - 00:40

Infografia

“Es la carne con mayor potencial de crecimiento”

Según las últimas cifras divulgadas por el Senasa, la faena porcina alcanzó las 5,98 millones de cabezas y las 519.000 toneladas de producción el año pasado, experimentando así incrementos del 8,4 y 7,1%, respectivamente en relación a 2015. Los datos oficiales dan cuenta de un consumo per cápita cercano a los 12,5 kilos en los últimos 12 meses, más allá de lo cual fuentes vinculadas al mercado confirmaron a MOTIVAR que la suma de carnes frescas y chacinados supera ya los 16 kilos de ingesta por argentino, al año.
“El consumo de cerdo no es una moda y, sin ninguna duda, seguirá creciendo”, afirma Alejandro Ovando, economista Jefe de IES Consultores.
“La porcina es la de mayor potencial de crecimiento porque no tiene la madurez de las otras carnes, tanto rojas como blancas, en nuestro país; y cuenta con margen para expandir su presencia tanto en el mercado local, como en materia de exportaciones que hoy son casi nulas”, analiza Ovando.

Una fábrica de proteína animal
Grafico La industria es una red de granjas, matarifes y frigoríficos, que solo en la cadena primaria factura US$ 735 millones, cifra que trepa hasta los US$ 2.100 millones (0,4% del Producto Bruto Interno) si se avanza en la cadena hasta la góndola.
Además, genera 37.000 puestos de trabajo, de los cuales 17.500 están abocados a la tarea rural en las granjas, según los datos aportados a MOTIVAR por la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP).
Si se compara este sector con otras actividades del país, la generación total de mano de obra es similar a industrias como la del cuero, el papel o la fabricación de muebles.
Vale decir que, según el Senasa (marzo 2016) las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, concentran dos tercios del total de las existencias porcinas del país.

Producción por eficiencia (AAPP).
Eficiencia Establ. Madres P. Madres C/M/A Faena Total Cab.
Baja 3.840 110.000 29 9,5 1.045.000
Mediana 485 140.000 290 18 2.520.000
Alta 98 130.000 1.320 27 3.510.000
País 4.423 380.000 18,6 7.075.000

Para Juan Ramiro Llamas, miembro del Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas (GITEP) -una de las instituciones que potencian la actividad- existen cinco aspectos que no pueden pasarse por alto en la producción porcina: infraestructura, nutrición, genética, sanidad y manejo.
“En todos esos puntos estamos bien, los profesionales técnicos del país están capacitados, incluso hay universidades que ofrecen posgrados o diplomaturas específicas para la industria porcina, algo que no ocurría hasta hace algunos unos años.
Argentina tiene buenas herramientas técnicas en el manejo sanitario, con vacunas de calidad, antibióticos, herramientas diagnósticas y profesionales abocados a la actividad”, analiza. Y agrega: “El intercambio con Brasil, Estados Unidos y Europa, tanto de gente que visita centros productivos allí, como consultores que recorren granjas locales, también es fluido y ayuda a mantenernos a la vanguardia”.

Desde el sur de Córdoba
Bernardo Llorente pertenece a una familia de productores agropecuarios iniciada por su abuelo (hoy de 97 años de edad), que desde el sur de Córdoba, desembarcó en la industria porcina con su primera granja de 250 madres, en 2005. “Elegimos esta actividad por sobre la avícola porque es un negocio que podemos manejar nosotros. A su vez y al estar en una zona maicera -alejada de los puertos- el costo de nuestro principal insumo hacía más viable el negocio”, afirma el productor instalado en la localidad de Monte de los Gauchos, cerca de Río Cuarto.
Tras dos años de producción, duplicaron el número de hembras y, ya en 2013, llevaron ese número hasta las 1.000 madres: una inversión que si tuviese que concretarse hoy, insumiría al menos US$ 7 millones.
“Nos abastecemos del principal insumo, que es el alimento, a través de la producción en nuestros campos. Hoy, alcanzamos una producción de 3.300 kg de capones por madre, cada año y lo comercializamos a la firma Lartirigoyen, en Pilar (Buenos Aires)”, confiesa el gerente General de Llorente Hnos, firma que explota 7.100 hectáreas, en el Sur de Córdoba. A su vez, Llorente, asegura que la rentabilidad fue muy buena en la última década, pero que -a partir de los cambios que se dieron tanto en el tipo de cambio como en el costo del maíz- los márgenes se tornaron significativamente más ajustados.
“Si la recuperación de la inversión requería de un plazo de 5 años, ahora está más cerca de los 10”, grafica el productor; y adelanta que por lo pronto no piensa volver a ampliar el número de madres, pero sí avanzar en la cadena proveyendo sus propios cortes al público mediante un consorcio de productores.
“La eficiencia productiva garantiza la rentabilidad y sustentabilidad del proyecto cuando los márgenes se achican”, agrega y continúa: “Hoy la principal amenaza del sector pasa por la importación, a partir del tipo de cambio actual y costos en alza que nos quitan competitividad”.

Lo que viene
Alejandro Ovando (IES Consultores) estima que, en los próximos años, se pueda alcanzar un consumo per cápita de 15 kilos y así expandir otro 20% el tamaño del sector en el mediano plazo, siempre pensando en los números expuestos por el Senasa.
A su vez, compartió con MOTIVAR algunos números que explican la evolución que tuvieron los cortes de cerdo en el plato de los argentinos.
“El precio de los cortes porcinos subió un 25,4% el último año versus los en los avícolas (44,5%) y vacunos (37,2%). No olvidemos que otras de las carnes que juegan un rol estratégico en el mundo son los pescados. Sin embargo, aquí su consumo per cápita sufrió una merma del 15,5% el año pasado. Por su parte, el de carne vacuna también cayó, un 5,1% en la medición per cápita”, compara el economista.

Negocio millonario
A razón de 111 millones de toneladas cada año, la carne de cerdo es la más producida en todo el mundo.
La afirmación puede sonar pretenciosa si se tiene en cuenta que el consumo de pescados asciende a 191 millones de toneladas cada 12 meses. Sin embargo, esta última actividad se concentra mayoritariamente en el Sudeste asiático y solo el 51% de ese volumen se obtiene por medio de la acuicultura.
De esta forma, la industria porcina se presenta como el principal transformador de proteína vegetal en animal a escala planetaria, donde el mayor productor es China, con el 51% de participación; seguido por la Unión Europea (20%) y los Estados Unidos (10%).
La Argentina aún es un actor relegado en una escena donde alrededor del 6% de la producción global (unas 6,5 millones de toneladas) se vuelca al comercio internacional. Según el último informe de IES Consultores, la balanza comercial del sector es deficitaria en US$ 80 millones.
Solo en 2016, las importaciones se incrementaron un 121% en volumen hasta alcanzar las 27.000 toneladas por US$ 82,3 millones, provenientes principalmente desde Brasil (88,5%), Dinamarca (7%), y España (3,4%).
En el otro lado del mostrador, la presencia de carne porcina argentina en el mundo es casi inexistente.
Siempre según las cifras analizadas por IES Consultores y a pesar que las exportaciones mostraron una evolución del 26,2%, apenas se despacharon 1.244 toneladas por US$ 2,2 millones.
“Si bien es cierto que los volúmenes importados crecieron con fuerza, aún representan una participación marginal del consumo argentino, donde la producción es deficitaria”, analiza Ovando y cierra: “La informalidad en el sector, difícil de estimar con precisión –podría ser un sexto más de lo informado por las autoridades oficiales-, atenta contra la eficiencia de la cadena y se presenta como una de las primeras problemáticas a resolver para no detener su crecimiento”.

Sanidad: sin margen para el error

La inversión en un plan sanitario para la producción porcina representa, en promedio, el 4% de los costos totales de una granja. A nivel local, los laboratorios abocados al sector facturan al menos US$ 14 millones al año.

Si bien la actividad porcina no representa el principal mercado para los laboratorios veterinarios en Argentina, tiene dos características bien valoradas por estas empresas: crece constantemente y la demanda de productos es pareja todo el año”, dispara Juan Ramiro Llamas, miembro delGrupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas (GITEP) y director de Llamas Laboratorio y Servicios. “Al tratarse de sistemas productivos confinados es imposible dejar de vacunar, de lo contrario a los pocos meses se pagarían los costos”, le advierte a MOTIVAR el experto.
Y profundiza: “Las madres se vacunan después de cada gestación; es decir, dos vacunas y media por año, pero no existe un plan sanitario obligatorio a nivel nacional para el sector”.
En números, la sanidad representa alrededor del 4% de los costos en la producción primaria porcina, una cifra que en la Argentina puede estimarse en hasta US$ 24 millones al año. Sin embargo, para la Cámara Argentina de la Industria de Productos Veterinarios (Caprove), a partir de los laboratorios que participan del negocio de sanidad porcina e integran la cámara, las ventas anuales rondan los $200 millones. Entre esas compañías podemos mencionar a Merial, Zoetis, Boehringer Ingelheim, MSD, Elanco, CEVA, Vetanco y Over.
Para Lucas Monte, gerente de Línea Cerdos de Zoetis, hay un plan sanitario trazado para la necesidad puntual de cada granja, donde el productor debe atender los aspectos reproductivos, respiratorios y digestivos en busca de la mayor eficiencia productiva.
“Esa eficiencia pasa también por la logística, tanto de la producción primaria como de sus insumos básicos, el maíz y la soja. Además, en la madre hay aspectos vinculados a la reproducción y la preñez que deben ser atendidos, pero el fuerte de la inversión pasa por el lechón”, agrega el médico veterinario.

Un plan sanitario imprescindible
“Argentina tiene un excelente estatus sanitario, envidiado a nivel internacional, sobre todo porque no tenemos PRRS (Síndrome Respiratorio Reproductivo Porcino), una unidad viral presente en toda América y Europa.
También somos libres de la Diarrea Epidémica Porcina, enfermedad que hizo estragos en los Estados Unidos”, señala Llamas y suma: “Hay que reconocer el trabajo de Senasa, porque cada animal que ingresa al país se somete a un control estricto y un período de cuarentena, además de un segundo control, antes de volcarlo al mercado local, por eso estamos libres de esas enfermedades”.
De todos modos, el experto de GITEP agrega que existen amenazas y para eso la estrategia sanitaria en las granjas tiene que ver con saber “quién, cómo y cuándo”. Es decir, cuáles son los patógenos, cuándo se hacen presentes y cómo se los combate.
“Los problemas respiratorios son los más comunes, donde según el porcentaje afectado del pulmón serán los días adicionales que se necesiten para alcanzar el nivel óptimo de conversión; lo siguen los digestivos, donde pasa lo mismo que en el anterior, pero a partir de la pérdida de peso por diarreas; finalmente, y en menor medida, están los sistémicos y la sintomatología nerviosa”, enumera los contratiempos que deben atenderse en la granja.
Para la Dra. Sara Williams, directora de la Especialización en Producción y Sanidad Porcina de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la prevención también se práctica con medidas de bioseguridad y con maniobras zootécnicas de producción con el fin de evitar el ingreso de patógenos.
“La evolución del sector en los últimos 15 años llevó a una mayor tecnificación y la sanidad no estuvo ajena a ese avance. Hoy, los productores saben cuáles son las enfermedades, la prevención y como tratarlas”, reflexiona consultada por MOTIVAR. Y advierte: “Sin embargo, cualquier desbalance, como puede ser el intento de reducir los costos de nutrición puede generar repercusiones negativas en la salud y lo que ganamos de un lado se lo pierde por otro”.
Vale destacar que -también en la producción porcina- la adopción de tecnologías sanitarias real a campo tiene un largo camio por recorrer en la búsqueda del potencial.

El ABC de la salud porcina
Para Williams, las enfermedades reproductivas más comunes tienen efectos económicos directos porque reducen el número de lechones que nacen vivos o la ganancia de kilos. “El promedio de pariciones por año asciende a 2,5 por hembra en la Argentina y esta variable explica la cantidad de días reproductivos por año. Esto tiene dos impactos: uno dado por el costo de nutrición a la cerda y, otro, representado en el costo de oportunidad. Es decir: lo que dejamos de producir por no alcanzar esos índices”, explica; y cierra: “El complejo respiratorio porcino impacta tanto por mortalidad como morbilidad. Puede representar hasta dos semanas adicionales en el proceso de nutrición, sumado un posible retraso de toda la cadena productiva. También son clave los problemas digestivos, que repercuten también en los tiempos de conversión estimados en 158 días”.

Hazte la granja… y ponte a producir

La industria porcina encuentra su primer eslabón en la granja, donde las cerdas paren a sus lechones para que al cabo de un par de meses terminen como capones y, casi sin escalas, arriben al plato de los consumidores.
Sin embargo, en la Argentina, la barrera de entrada a la industria porcina no es baja. La inversión que requiere levantar una granja tecnificada asciende a US$ 7.000 por hembra. Es decir, una granja pequeña de 50 madres –cifra mínima para considerarla una explotación comercial- requiere un desembolso de US$ 350.000 o $ 5,6 millones.
Vale decir que el monto incluye no solo la cerda sino también toda la estructura desde los galpones, la planta de alimentos balanceados y hasta el stock alimenticio para los primeros seis meses operativos. Para el técnico Federico Guatri, miembro del Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas (GITEP), la cifra por hembra puede ascender hasta los US$ 10.000, fluctuando en base a la tecnología que se quiera introducir en el proceso productivo.
“Hay diversos modelos de construcción de galpones, pero lo más difundido en el país es el sistema que se conoce como confinamiento; es decir, todo bajo galpón”, explica Guatri, en diálogo con MOTIVAR. “A modo de ejemplo, un establecimiento de 1.000 madres puede de- sarrollarse en un predio de 50 Informe Especial Industria Porcina hectáreas, donde solo 10 se destinan a los galpones”, graficó.
En cuanto a tecnología, el técnico de GITEP repasa algunos de los puntos sobresalientes de las granjas asociadas al grupo.
“El modelo de ventilación natural con cortinas automatizadas (suben y bajan a partir de sensores de temperatura) se complementa con uno de engorde automático”, explica Guatri y advierte que la principal amenaza que sufren los sistemas confinados es la corrosión.
“En otros países (Chile o los Estados Unidos) muchas granjas están hechas en madera, lo que reduce notablemente los costos. Sin embargo, acá, aún estamos en un proceso de evaluación”, admite.
En cuanto al recupero de la inversión, el profesional advierte que, los márgenes fluctúan según los niveles de productividad de cada establecimiento, pero en los últimos años están entre el 8 y 20% anual sobre ventas. “En ningún caso debe llevar más de 10 años obtener un retorno total de la inversión inicial”, especifica. En ese sentido, hoy, las granjas asociadas a GITEP promedian unaproducción de 3.200 kilos por hembra por año. Es decir, una facturación de US$60.800 o $3,04 millones anuales en el caso de una granja de 50 madres.

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