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SUSCRIBITE Los 17 millones de toneladas de soja que China producía en 1990 eran destinadas enteramente al consumo local para la producción de tofu. Sin embargo, a lo largo de esa década, la incorporación de porciones de la población a las clases medias elevó el consumo de proteína animal, demandando más soja para alimentar aves y cerdos.
De este lado del Planeta, se extendió el cultivo para hacer frente a la nueva demanda. Para el flamante presidente del INTA, Juan Balbín, esa “revolución” no se planificó del todo bien en la
“Hoy lograr más terneros por vientre pasa a ser una necesidad que le debe interesar a toda la cadena de producción”. Aníbal Pordomingo.
Argentina.
“Si hubiésemos estado mejor preparados, anticipándonos a ese cambio en los hábitos de consumo chino, pudiésemos haberle sacado más provecho”, analizó en la apertura de la Jornada de La Mesa de las Carnes.
En lo que fue un día gris, acosado por un verdadero regadero de lluvias, la sala principal del predio ferial de La Rural acogió a centenares de productores en lo que fue un encuentro cargado de análisis y pronósticos de un sector en franca recuperación: las carnes argentinas.
Entre los asistentes se pudo ver a Enrique Urbano Duhau, uno de los mayores ganaderos del país, Luis Bameule (ex propietario de Quickfood), Carlos Riusech (mayor exportador local de carne bovina), David Lacroze (productor y coordinador de La Mesa de las Carnes), Martín Costantini (Frigorífico Rioplatense), y el presidente de la SRA, Daniel Pelegrina, entre muchos otros.
El desafío eterno de romper el techo
“El consumo de carnes en China muta hacia las carnes rojas, generando una nueva revolución”, anticipó el presidente del INTA en el marco de la 132ª Exposición Rural de Palermo 2018. Ante este escenario, Balbín hizo hincapié en que muchos de los grandes productores mundiales de carne, como Australia y Estados Unidos tienen márgenes reducidos de crecimiento.
Mientras tanto, la Argentina, junto a Brasil, aún puede multiplicar varias veces su producción. “Esta vez, hay que hacer un enorme esfuerzo para que todos los actores se puedan sumar al tren”, señaló.
“¿Por qué ahora el productor va a comenzar a producir más terneros si hace 30 años que las cifras se repiten?”, se preguntó Aníbal Pordomingo (INTA) para romper el hielo en su presentación. “Hoy lograr más terneros por vaca es una necesidad que le debe interesar a toda la cadena”, expresó el profesional. Y siguió: “Otro componente que está en discusión es el mayor peso de faena y esto también tiene implicancias en la huella ambiental y la producción; es un cambio estructural del sistema”.
Para Pordomingo, la cría no es un espacio solo para producir más terneros, sino que requiere de pasturas que si se destinan como materia seca de una forma inteligente se puede ahorrar hasta un 18% de la misma y el impacto en la huella ambiental se modifica por completo.
Es decir, hay externalidades muy positivas más allá del negocio detrás de producir más terneros. “El mundo tiene competidores muy buenos en el rubro de la carne bovina y por eso, debemos estar a la altura. Acá hay que pensar en producir buena carne, pero que signifique contar con una ganadería integral que tenga siempre externalidades positivas. Es necesario incrementar el número de cabezas por vaca y que ese 60% deje de ser límite en donde la cría nos maneja para que podamos empezar a manejarla”, reflexionó el hombre del INTA.
LA VISIÓN DE SEBASTIAN RIFFEL, SOCIO EN ELIZALDE & RIFFEL
“El criador debe dejar de ver a la vaca como una reserva de valor y entender que se trata de una unidad de producción. Ese es el paradigma que se debe romper. El segundo desafío tiene que ver con que no solo producimos pocos terneros por hembra, sino que, además, le sumamos pocos kilos. Está claro que debemos cambiar”, disparó en el inicio de la Mesa Nacional de Carnes, el consultor privado Sebastián Riffel, de Elizalde&Riffel.
“Si Argentina no logra resolver estos dos problemas nunca será competitiva en materia de producción de carne”, avizoró.
Una serie de cambios condicionaron el presente de la ganadería argentina. “Entre 2005 y 2017 la participación de los animales livianos (menos de 350 kilos) pasó de 32% a más del 50%; mutamos de ser productores de novillos a generadores de animales livianos”, repasó el profesional.
Entonces, ¿cómo hilvanamos estos dos componentes? Para Riffel, hay que avanzar en el proceso de recría corta tanto con corral a base de silaje de maíz o sorgo, como la basada en verdeos de inviernos, ambos sobre campos agrícolas de alto potencial de producción.
“También se puede avanzar con planteos de recría largos, como promociones de raigrás en la Cuenca del Salado, pasturas de bajo en algunos campos con restricciones agrícolas y pasturas mega térmicas en el NOA, entre otras”, repasó el profesional.
“En estos esquemas la respuesta productiva de los animales nos genera en machos de 156 kilos a 365 de peso final y luego, pasan a corral de terminación para elevar su producción a 420 kilos. Esa respuesta animal da una eficiencia de conversión de 6 a 1”, ejemplificó.
¿Qué pasó con estos sistemas entre los años 2011 y 2016?
“A partir del análisis de cuatro modelos productivos, pudimos estimar que la renta mensual con novillos pesados y recría más larga fue del 3,8%. A su vez, estos sistemas nunca perdieron plata, lograron mayor estabilidad en resultados, mayor retorno sobre capital de trabajo y mejoras en la rentabilidad. A partir de esto, muchas empresas pasaron de producir terneros bolita a novillos de 410 kilos sobre todo porque los posicionaba mejor en los momentos de compra y venta”, se explayó Riffel al respecto. “Este tipo de novillo es el desafío que tenemos por delante, llevándolo a 500 kilos y con un determinado nivel de grasa. Sin embargo, hoy tenemos algunas limitantes, empezando por un retraso del precio de exportación tras la devaluación”, analizó.
Y continúo, “del mismo modo, las tasas de interés elevadas, y la falta de tecnologías que ya son utilizadas por los competidores internacionales y que no son otra cosa que los modificadores de crecimiento que permiten de forma más eficiente hacer animales de mayor peso con menor volumen de alimentos”.
A su vez, ante estos inconvenientes, Sebastián Riffel se preguntó: “cómo puede ser que el precio que paga el consumo sea mayor a la exportación, incluso tras la devaluación de un 40% solo desde mayo. Hay que lograr una mejora en el precio para incentivar a hacer animales más pesados”.