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SUSCRIBITE in lugar a duda las dimensiones de la provincia de Buenos Aires son kilométricas, a tal punto que en su territorio entran las superficies de Córdoba y Santa Fe juntas. Son algo más de 30 millones de hectáreas donde se desarrollan distintas actividades agropecuarias, entre las que se encuentran las producciones bovinas (carne y leche), avícola (carne y huevo), porcina, apícola, ovina y caprina.
En una nueva entrega de lo que este año hemos dado en llamar “La producción de proteína animal en el país”, MOTIVAR comparte las cifras de Buenos Aires, la mayor proveedora de carnes de la Argentina y la palabra de referentes sobre las principales problemáticas que enfrenta cada sector.
La máquina de producir
Una de cada tres cabezas de ganado que terminan en faena nace en Buenos Aires, la mayor proveedora de carne bovina del país.
Para el MV. Federico Santángelo (consultor de AgroIdeas), si bien los niveles de destete de la provincia (estimados en 69%) son superiores a la media nacional, aún hay un amplio margen de mejora. “Esa mejora tiene que ver con el manejo estacionado del servicio, solucionar la falta de nutrición en las vacas e invertir en sanidad, apuntando a las problemáticas relacionadas a
La ganadería de carne es una industria que, solo hasta la tranquera, factura US$ 3.266 millones. Es decir, unos $250 millones por día.
lo reproductivo”, repasa Santangelo.
La ganadería de carne es una industria que, solo hasta la tranquera, factura US$ 3.266 millones; es decir, unos $ 250 millones por día, teniendo en cuenta el tipo de cambio oficial del último 30 de julio.
En el segmento bajo análisis, esta categoría representa un 56,7% de la facturación de todas las proteínas animales (con la excepción del pescado) que se producen sobre el territorio y tiene especial concentración en la Cuenca del Salado (Ver recuadro).
“Tenemos que hacer un manejo integral de la ganadería para mejorar los índices ya que ahí está la clave de la rentabilidad para el criador. En momentos de precios deprimidos, la rentabilidad pasa por ser más eficientes. Por el contrario, cuando el precio es lo suficientemente bueno ,suele tapar las ineficiencias e impide tomar las medidas necesarias para mejorar los índices”, analiza Santángelo en dialogo con MOTIVAR.
En compas de crisis
La ganadería de leche y la actividad porcina ocupan los puestos 2 y 4, respectivamente, en el ranking de las proteínas animales que más inciden en el Producto Bruto de Buenos Aires.
Juntas se presentan como las dos más débiles en cuanto al estado general de su situación actual.
La primera sufre una sucesión de crisis tanto económicas como climáticas que impactaron en toda la cadena hasta, incluso, llevándose puesta la viabilidad de SanCor, otrora segunda compañía láctea del país.
En el marco de la 132º Exposición Rural de Palermo, la escasa presencia de vacas lecheras fue una imagen ilustrativa del momento. Desde Coninagro señalan que el productor enfrenta una abultada deuda de arrastre con costos de producción que se colocan por encima del precio de la leche. Lo cierto es que alrededor de cuatro de cada 10 litros que despachan los tambos en la Argentina se generan en la provincia, representando US$ 1.184 millones anuales y un 20,6% del aporte entre las proteínas animales generadas en el territorio bonaerense.
Por su parte, la actividad porcina continúa batiendo récords tanto en materia de producción y consumo como en importaciones, principal preocupación de la industria. “El problema está en los cortes que ingresan que son, justamente, los que el productor local le saca más rentabilidad”, comentó Daniel Fenoglio, presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP), durante la Semana de las Carnes que se realizó en la sede porteña de la Sociedad Rural Argentina.
La provincia tiene un stock de madres que asciende a 102.603 animales que despachan alrededor de 1,87 millones de capones cada 12 meses. A su vez, concentra el 29,2% de la producción primaria nacional y representa un 3,7% del aporte del segmento al PBG provincial; unos US$ 210 millones.
De abejas, pollos y ovejas
“La provincia de Buenos Aires es la segunda, detrás de Entre Ríos, en producción de carne avícola y lidera en producción de huevos con alrededor de un 50% del stock de gallinas en
postura”, repasa Pablo Fioretti, de Línea de Avicultura de Boehringer Ingelheim Animal Health Argentina.
Y sigue: “entre los pendientes figura la posibilidad de abrir más canales de exportación, teniendo en cuenta que en materia de consumo interno estamos cercanos a su techo. En carne no hay mucho margen y en huevo, nos quedaría incorporar su consumo en el desayuno como ocurre en otros países”. En materia de sanidad, el especialista señala que los estándares se mantienen a pesar del amesetamiento en los volúmenes de producción y las crisis que sufrieron algunas empresas en los últimos años.
“La bioseguridad y los programas de vacunación siguen vigentes y los productores lo tienen muy en claro”, afirma.
En cuanto a la cadena productiva, “el sector tiene buenos niveles de tecnificación ya sea desde las plantas de incubación, las granjas de reproductoras, abuelos, incubación y de postura para la producción de huevos. Lo que debemos mejorar en el corto y mediano plazo es la infraestructura de los galpones de pollos de engorde”, analiza Fioretti, en diálogo con MOTIVAR.
“Buenos Aires, al igual que toda la Argentina, tiene un muy buen status sanitario que debemos cuidar de la mano del INTA y el Senasa, como así también a partir de los laboratorios. Últimamente los problemas sanitarios en lo que respecta a enfermedades víricas tienen que ver con los focos de laringotraqueitis que, sin embargo, y gracias a la concientización de los productores en la bioseguridad, ya no se dieron con tanta intensidad este año, y se espera reducirlos a su mínima expresión en 2019”, explica. Y completa, “algo que afecta más a las gallinas ponedoras tiene que ver con micoplasma”.
Leandro Frigoli es segunda generación de productores de miel, técnico en producción apícola, miembro del Programa Cambio Rural de INTA (Azul) y conduce un programa radial sobre la materia. En base a su análisis, las principales problemáticas son la falta de financiamiento; el gran problema sanitario pasa por la varroa; la falta de predisposición a la capacitación de las Buenas Prácticas Agrícolas; y la contaminación ambiental, a partir del uso de agroquímicos.
Una de las soluciones “es la posibilidad de que haya una mesa apícola para coordinar estrategias y acciones integradas a fin de generar posibles soluciones”.
Buenos Aires tiene alrededor de un millón de colmenas y una producción que supera el 25% de la extracción nacional a razón de 21.944 toneladas. “En la última cosecha provincial el rinde promedió los 25 a 30 kilos por colmena y los productores obtuvieron precios razonables entre $ 41 y $ 47 en la venta a granel. Sin embargo, los costos de producción aumentaron por encima del precio, a partir de las subas de los combustibles y los insumos en general”, repara Frigoli y ejemplifica: “un artículo de referencia puede ser la caja de 10 kilos de cera, que pasó de $ 1.500 a $ 1.800 en 6 meses”.
A su vez, puntualiza que, en mayo y junio, hubo un párate en la comercialización de miel y recién luego se reactivó. Se espera que el precio base sea de $50. “Hoy la apicultura es rentable, pero los vaivenes tanto en los precios como los insumos generan estrés. Los productores tienen diferentes estrategias, como adelantar la venta o trabajar con cooperativas que le otorgan los insumos y pagan en cosecha”, agrega.
En los últimos 20 años Carlos Solanet fue responsable de la Unidad Experimental Balcarce (INTA), dedicado tanto a ovinos como vacunos. Es miembro de la Asociación de Criadores de Romeny y forma parte de la Mesa Ovina. “Hoy, todo lo que se produce se consume, pero el consumo debería crecer para que el negocio sea más grande”, comienza el también productor.
“La población ovina en la provincia tiene 1,4 millones de cabezas (oficialmente), pero seguramente hay muchas más porque hay majadas chicas en el mercado informal y se estima que esa cifra puede llevarse a cerca de 2,5 millones de cabezas”, explica.
Hoy el consumo ronda los 1,2 kilos por persona por año. “Hace falta un fuerte trabajo de promoción del consumo de cordero como ocurre en otras categorías. En cuanto a la exportación, a partir de la devaluación vuelve a ser una opción y aquellas categorías que son demandas por países árabes es donde debemos potenciar la oferta, del mismo modo, que el mercado brasileño, donde pueden ir corderos pesados. Esperamos un resurgimiento importante”, avizora.
En el mismo orden, se creó la Mesa Ovina nacional un incentivo que como primera medida le otorga mayor visibilidad al sector. “El objetivo es fomentar tanto el consumo interno como la exportación de modo que se expanda la producción”, asegura Solanet.
Con respecto a la sanidad, el productor señala que, no reviste demasiadas dificultades. “Si bien el grueso de los veterinarios no tiene a la actividad ovina como una opción porque no se han dedicado, de todas maneras, la sanidad del ovino no es algo complicado. Existe un plan sanitario y las enfermedades más comunes cualquier veterinario la puede reconocer, diagnosticar y prescribir”, describe y advierte: “un mayor desafío pasa por los depredadores, sobre todo perros, y los robos del ganado ovino”.
De cara a futuro, “esperamos un crecimiento porque es una actividad con una barrera de entrada baja, que ofrece una buena rentabilidad y en la medida que se aumente el consumo y se estabilicen las exportaciones, el potencial del sector es muy bueno”, concluye Solanet.
Una superficie estimada de 6,4 millones de hectáreas, un 20% del territorio provincial, es lo que abarca la Cuenca del Salado, principal fábrica a cielo abierto de producción de terneros del país.
Esta superficie corresponde a 24 partidos bonaerenses, entre los que se encuentran Ayacucho, Maipú, General Lavalle, Azul, Rauch, General Alvear, Tapalqué, Saladillo y Las Flores.
En base a un reciente informe de la Estación Experimental de la Cuenca del Salado (INTA), al igual que el resto del país, esta región ha experimentado grandes variaciones en su stock de ganado bovino en los últimos 20 años. Según datos de Senasa, el stock ganadero creció sostenidamente desde 1994 hasta 2008, donde se alcanzó el valor más alto con casi 5,9 millones de cabezas. Mientras esto ocurría con el stock ganadero, la agricultura de la mano del cultivo de la soja, fue creciendo sostenidamente y quitándole las tierras de mejor calidad a la ganadería. Los sistemas se encontraron sobrecargados y fue a partir de 2008 que una combinación de bajos precios y una severa sequía generaron una gran liquidación y mortandad de vientres con una caída histórica del stock. La Cuenca perdió el 17% de sus bovinos, alcanzando los 4,9 millones de cabezas en 2010. La recuperación del stock fue lenta pero constante durante estos últimos años, así es que se registraron 5,5 millones de cabezas en 2017, lo que indica una recuperación del 94% del stock respecto a 2008. Según el reporte, el crecimiento no ha sido a causa de un incremento en la superficie destinada a ganadería. “Por el contrario, la superficie agrícola en la Cuenca continuó aumentando después de 2008 y alcanzó su máximo en 2012”, señaló. De todos modos, allí la superficie agrícola habría encontrado su techo.
Se generó un incremento de la carga en suelos de menor aptitud. “Hoy se está en una situación de alta vulnerabilidad productiva, dado que hay casi el doble de superficie cedida a la agricultura que en 2008 y se mantiene la misma cantidad de hacienda”, precisa el trabajo.
“Si analizamos la evolución de la relación ternero/vaca en los últimos 10 años en la Cuenca, vemos que esta se mantiene, en torno al 69%, y que a pesar de los bajos índices que se observaron después de la sequía 2008/09 no hemos podido recuperar la eficiencia que mantuvimos en la década anterior”, aclaran. Si quiere acceder al informe completo puede solicitarlo escribiendo a [email protected]