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Entrevista

Ernesto Odriozola: "Recorrimos más de 2 millones de kilómetros junto con el INTA"

El Dr. Ernesto Odriozola, referente en diagnóstico veterinario, recibió un reconocimiento de la Academia de Agronomía y Veterinaria. Humilde y pasional, relata su historia de amor hacia la profesión.

Motivar | Daniela Mattiussi
Por Daniela Mattiussi 30 de noviembre de 2024 - 08:00

Profesionalización y vocación son las dos palabras que definen al Dr.Ernesto Odriozola. Veterinario de cepa, esposo, papá de 3 hijos (uno de ellos también veterinario), es símbolo de experiencia y pasión en su máxima expresión. Siempre humilde, su amor por la veterinaria lo llevó a lugares que no imaginaba.

Es uno de los grandes referentes de la Residencia Interna en Salud Animal y del Servicio de Diagnóstico Veterinario Especializado del INTA Balcarce; así como también fue capaz de encontrar los primeros diagnósticos del país sobre diversas afecciones que se desconocían.

Fue profesor adjunto de sanidad animal (1990-94) en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Pla ta. Desde el año 2008 al 2017 fue Jefe del Laboratorio de Toxicología Veterinaria del INTA Balcarce y Coordinador de la Residencia Interna en Salud Animal.

Asimismo, de 2002 a 2017 fue Tutor Externo y Profesor Asociado de Clínica Quirúrgica de la FCV de la UNICEN, al tiempo que era el responsable del Servicio de Diagnóstico Veterinario Especializado del INTA Balcarce (1985 a 2017). En ese marco y en base a esta trayectoria, Odriozola fue recientemente incorporado a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria como Académico Correspondiente.

En diálogo exclusivo con MOTIVAR, repasa su actividad y, dejando atrás sus logros, pone el foco en lo esencial: "la única forma que uno puede llegar a hacer las cosas bien, es cuando las hace con pasión y disfrute”.

MOTIVAR: ¿Qué nos puede contar sobre sus inicios y los primeros trabajos realizados?

Ernesto Odriozola: Siempre tuve inclinación por el campo. Por lo tanto, siempre pensé en estudiar algo ligado al sector. Pero en esa época, a mediados de la década del '60, mi familia decía que Veterinaria era una carrera que no me iba a dejar vivir a futuro, que iba a pasar hambre y todas las contras posibles.

Así fue como, cuando terminé la secundaria, hablé con profesionales de distintas carreras y decidí anotarme en Ciencias Económicas en la UNLP. Hice 2 años y aprobé 1 materia.

La única forma de llegar a hacer las cosas bien, es con pasión y disfrute; eso lo viví en el INTA a lo largo de estos años La única forma de llegar a hacer las cosas bien, es con pasión y disfrute; eso lo viví en el INTA a lo largo de estos años

Me juntaba a estudiar con cuatro compañeros y ellos aprobaban, pero yo no. Al año y medio, volví a Balcarce diciéndole a mi familia que yo no tenía la capacidad para hacer un estudio universitario.

Somos 4 hermanos, todos profesionales así que yo algo tenía que estudiar. Hice un test vocacional en La Plata y salió lo que tenía que salir, todo lo que te puedas imaginar ligado al campo.

En 1973 empecé la carrera de Veterinaria y la hacía con mucha fluidez. Me di cuenta de la diferencia de hacer algo que a uno le gusta. Es verdad que me tocaron años muy difíciles con la dictadura y prácticamente no cursábamos, al punto que yo aprobé patología sin cursar. Además, vivimos la desaparición de compañeros, así que fue una época realmente horrible. Me recibí y volví a Balcarce para hacer profesión privada con colegas que tenían la amabilidad de sacarme al campo. Pero la realidad es que no sabía nada nada, ni poner una inyección... y me dije: yo no puedo ejercer así.

Gran referente del diagnóstico veterinario

¿Y cómo logró avanzar?

Un amigo de mi hermano me dio la idea de presentarme en INTA y lo logré a través de un convenio entre la Facultad de Ciencias Agrarias, a partir del cual estás obligado a dar clases allí. Pero el INTA me dio vuelta la cabeza.

Me acuerdo como si fuera hoy que el Dr. Adolfo Casaro me preguntaba qué es lo que me gustaba y la realidad es que cuando uno recién se recibe, lo único que pensaba era en hacer tacto y revisar los toros; esa era la profesión. Sin embargo, cuando entré en el INTA y vi la cantidad de cosas que se podían hacer siendo veterinario, se me abrió un mundo nuevo.

Así fue que hice un curso de Posgrado que ofrecía en ese momento el INTA Balcarce a todos los técnicos del INTA del país y ese fue el momento en el que arranqué realmente mi profesión en forma seria.

¿Y cómo siguió?

En el año 1985, el Dr. Casaro y el Dr. Auza me ofrecieron la posibilidad de estar al frente del Servicio de Diagnóstico. Les dije que no me sentía capacitado, pero consideraron que sí, así que ese fue el puntapié inicial para salir al campo.

En general, los productores traían los animales al INTA para llegar a un diagnóstico y una reducida cantidad de veces salía al campo, sólo cuando los problemas eran muy serios y requerían celeridad.

No obstante, un poco con mi ingreso al Servicio de Diagnóstico, empieza el servicio de residencia en Salud Animal que no tenía el aval de la Facultad.

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Ahí entraron los primeros residentes y todo lo que requería salida de campo estaba a mi cargo; así que cambiamos la forma de trabajo y el INTA iba directo a los campos. Fue una experiencia increíble: uno bajo presión tiene otras formas de encarar las cosas. Teníamos que resolver problemas serios, en ese preciso momento.

Su vida en el INTA

¿Cómo vivió los más de 30 años a cargo del servicio de diagnóstico del INTA Balcarce?

Durante prácticamente toda mi vida profesional estuve haciendo lo que me gusta. Yo estaba deseando que sonara el teléfono para salir al campo.

Recorrimos más o menos 2 millones de kilómetros, o sea, ida y vuelta a la luna, unas cuantas veces. Tuve una vida inmejorable en lo familiar y en lo profesional,

hice toda la vida lo que disfruté que probablemente haya quitado horas a mi familia, pero ellos me acompañaron.

¿Y cientos de anécdotas?

Así es. Podía ser que viajáramos 700 u 800 kilómetros por animales caídos que no tenían nada o cruzarnos con distintas situaciones, como el día que un productor nos decía que había aplicado un producto y los novillos se habían achicado...

Más allá de esto, siempre reforcé en los residentes la importancia de ir a todas partes, cada vez que llamaran al INTA. Puede que hubiera viajes que no aportaran mucho, pero también estaban aquellos que realmente nos enriquecían, desde el diagnóstico y la solución.

¿Y si tuviera que mencionar algún hito o hecho que lo marcó?

Creo que tuve un antes y un después de irme a Nueva Zelanda para hacer un Posgrado. Esto se dio tanto a nivel profesional y, sobre todo, en lo personal porque fuimos con toda mi familia. Yo ya tenía 42 años y me fui junto a mi mujer y mis tres hijos de 12, 9 y 5 años.

Esto fue en 1994, no había Internet todavía, era otro mundo, nos comunicábamos con nuestra familia por fax. En lo personal fue muy duro, pero tuve una compañera que me apoyó muchísimo y que se hizo cargo de la familia mientras yo trabajaba.

Reconocimiento y profesión

¿Qué significa esta incorporación a la Academia Nacional De Agronomía Y Veterinaria?

Primero, inesperado, porque ya jubilado ni me esperaba que tuvieran este reconocimiento. Luego, lógicamente, me llena de orgullo el hecho de que uno hizo toda su trayectoria disfrutando y parece mentira que por haber hecho lo que a uno le gustaba, encima tengo un reconocimiento externo.

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¿Y cómo ve la profesión?

Hoy en día la profesión veterinaria tiene muchas más ramas en las cuales trabajar. En grandes animales hay muchísimas salidas laborales y que permiten realmente vivir bien. El secreto está en la lectura, ya sea en la rama que elija.

Si uno trata de diferenciarse o tener herramientas para poder ganar posiciones en cuanto a trabajo, el conocimiento es fundamental y eso es a base de lectura.

Siempre hay alguien en el mundo que vio las cosas antes que uno y lo volcó en un papel, lo único que hay que hacer es tener la paciencia y la devoción por la lectura. Nuestra profesión cambió radicalmente porque la persona que realmente tiene la voluntad de perfeccionarse, tiene miles de herramientas para hacerlo.

Nosotros teníamos el INTA para poder leer, si no debíamos viajar a Nueva Zelanda para poder traer algo de información. Hoy esto cambió para mejor.

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