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SUSCRIBITE Con ocho años de ensayos a campo, una investigación realizada en el ámbito de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y del INTA Rafaela, en Santa Fe, analizó un conjunto de tecnologías para mitigar el estrés calórico en bovinos de leche, con prácticas de bajo costo y fácil implementación que permitieron aumentar la eficiencia de conversión del alimento y mejorar parámetros asociados al bienestar animal.
“El estrés calórico ocasiona pérdidas productivas en todas las cuencas lecheras, no solo por la mortandad de los animales sino también por el impacto que genera en el bienestar y en la productividad”, afirmó Jorge Ghiano, egresado de la Maestría en Producción Animal de la Escuela Para Graduados de la FAUBA y profesional del INTA, quien estuvo a cargo de las investigaciones en el marco de su posgrado.
Ghiano explicó que los animales sufren las altas temperaturas como los humanos, pero los bovinos de leche, capaces de producir hasta 70 litros diarios, tienen mayores requerimientos y están aún más expuestos a los efectos de las altas temperaturas. Para ilustrarlo, señaló: “El calor que genera ese animal, originado por todos los mecanismos fisiológicos que necesita para producir altos volúmenes de leche, más el calor que recibe del ambiente, muchas veces puede llegar a ser fatal”, advirtió.
Más allá de ese desenlace extremo, cuando los bovinos están estresados no producen lo deseado, bajan el consumo de alimentos y deprimen su sistema inmunológico, con lo cual quedan expuestos a afecciones que no le permiten expresar su potencial, además de sufrir un obvio disconfort.
En las últimas décadas aumentó la carga animal en los tambos. Algunos pasaron de tener 100 a 250 vacas en la misma superficie, pero los bebederos siguen siendo los mismos.
Con este escenario, Ghiano evaluó distintas alternativas para mitigar el estrés calórico en las vacas en tambo con el uso de refrigeración. Los ensayos se llevaron a cabo en el INTA Rafaela con animales que atraviesan su primer tercio de lactancia. Investigó parámetros asociados a la producción y la composición de la leche, sobre aspectos como la cantidad de sólidos, grasa y proteína. Además, estudió aspectos como confort y bienestar animal, así como la temperatura rectal, frecuencia respiratoria y el comportamiento, entre otros.
Con tecnologías de refrigeración, que consisten en mojar a los bovinos con aspersores y luego ventilarlos para bajar la temperatura corporal, el investigador obtuvo un aumento de 15% en la producción de leche, sumado a otra mejora de 15% en la eficiencia de conversión de alimento a leche.
Según Ghiano, se trata de una de las tecnologías más difundidas en tambos grandes que tienen instalaciones acordes a altos niveles de producción. Últimamente, también se empezó a expandir en tambos chicos porque requiere una inversión accesible, que se puede recuperar en solo un verano. “Permite reducir el estrés térmico con solo dos ventiladores, aspersores, una bomba y una media sombra común”, dijo el investigador. Algunos tambos desarrollaron salas donde los animales se refrescan cada tres o cuatro horas durante 15-20 minutos, antes de volver al corral o a la pastura.
Más allá de las tecnologías de refrigeración que se aplican en las instalaciones de ordeñe, Ghiano recomendó tener en cuenta otros aspectos que hacen al bienestar de los animales en el tambo: el agua representa un insumo fundamental: “Cada vaca que utilizamos en el ensayo tomaba entre 130 y 140 litros de agua por día”, explicó.
Y concluyó: “Este punto es crítico. En las últimas décadas aumentó la carga animal en los tambos. Algunos pasaron de tener 100 a 250 vacas en la misma superficie, pero los bebederos siguen siendo los mismos. Sin lugar a dudas es un elemento clave porque un gran porcentaje de la leche es agua. Los productores y asesores han tomado conciencia, pero todavía falta mucho por hacer. Vemos que las instalaciones siguen estando subdimensionadas”, concluyó.
Fuente: Juan M. Repetto para SLT – FAUBA.