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¿Qué cosas cambiaron?
Más allá de haber sido contemporáneos tanto al cierre de exportaciones de carnes bovinas por parte de Néstor Kirchner; como de la Resolución 125 y su impacto en la relación de Cristina Fernández de Kirchner con “el campo”, y las “retenciones” fijas y en pesos a las producciones primarias durante el mandato de Mauricio Macri, MOTIVAR fue testigo también de otros procesos.
Por ejemplo, aquel que posicionó a los productos y servicios destinados a la reproducción bovina cerca de los dos grandes segmentos que lideraban este mercado tradicionalmente: los tratamientos antiparasitarios y un mercado de biológicos que no termina de explotar, pero se sostiene como herramienta clave para la prevención de enfermedades y la mayor productividad de los animales.
Fuimos testigos del inicio de los debates sobre la resistencia no solo a los antibióticos, sino también a buena parte de los antiparasitarios en las producciones animales.
Interesante es sumar a este análisis a un concepto de Bienestar Animal que ha sabido reinventarse, lejos de los derechos de estos que hoy son considerados “seres sintientes” y muy cerca de enfocarse en su alimentación (y bebida), tanto como en la ausencia de enfermedades que les permita expresar su máximo potencial en términos de longevidad, como de productividad.
Vale decir también que, por más que sepamos que falta mucho por avanzar, en este tiempo se ha sumado tecnología al manejo de las producciones animales, respecto de lo que solía suceder.
Pensemos qué ocurría allá por el año 2002 en las explotaciones de nuestro país y seguramente valoraremos el grado actual de capacitación del personal a campo, así como también de las instalaciones. Insistimos: conocemos las condiciones en las que muchos veterinarios trabajan en las mangas aún hoy, pero no reconocer cierto grado de avance tampoco sería justo.
Pasamos las sequías y las inundaciones más duras de la historia. Más allá de lo cual la producción de proteinas animales se ha eficientizado, fundamentalmente la ligada al sector avícola.
Claro que hoy esta actividad muestra una realidad diferente, pero vale recordar los récords continuos de toda esta cadena (carne y huevos) desde el año 2003 hasta el 2014, principalmente.
Esta eficiencia fue acompañada tanto de productos veterinarios de alta calidad, ofrecidos mayormente por empresas multinacionales en lo que respecta a vacunas y con una cada vez mayor especialización de los veterinarios en esta actividad. Quizás no con ese vigor, pero si en la misma tendencia, el sector porcino ha despertado en estos años nuevas salidas laborales para los profesionales de la sanidad animal y nuevos segmentos a explotar tanto por la industria farmacéutica, como por la cadena de distribución de productos veterinarios convencional.
Y si validamos todos estos cambios en solo 16 años, qué decir entonces de la evolución que ha tenido el sector de animales de compañía en Argentina, país con mayor porcentaje de perros y gatos por hogar del mundo. Esto sin dudas ha beneficiado no solamente a las familias que incorporaron estos animales a sus rutinas diarias, sino también a profesionales veterinarios que lentamente han sabido adaptar sus servicios y locales a las nuevas tendencias.
Misma situación ocurrió y sigue ocurriendo en el marco de la industria farmacéutica, con propuestas cada vez más amigables a las tendencias actuales, intentando imitar la “humanización” que han vivido los alimentos balanceados, con crecimientos a tasas chinas en los últimos años.
De los baños a las pipetas y de éstas a los comprimidos contra las pulgas y las garrapatas, en solo unos años…
¿Y los desafíos?
La transformación ya comenzó. Y por más que muchas veces nos tentemos con resumirla en un proceso de concentración que “premiará” a los más eficientes, debemos reconocer el esfuerzo de todos los eslabones de la cadena de sanidad y productividad animal por seguir invirtiendo, formándose y ampliando sus fronteras con el objetivo no solo de crecer, sino de alcanzar un equilibrio que permita la sustentabilidad en el tiempo de todos sus jugadores.
Más de 16 años han pasado desde aquellos primeros viajes; con casi nada de señal en los celulares y pocas alternativas de conexión a Internet. Más de 16 han pasado; crecimos y lo seguiremos haciendo.
No es poco y a la distancia, el camino recorrido nos llena de orgullo.