Informe especial - Producción de carne bovina en Argentina
¿Cómo es la nueva ganadería?
Pietro di Campello (Campagro), Mariano de Bary (Teodelina) y Pablo Grahmann (San José del Oeste) son exponentes de una camada de productores que tienen a la eficiencia y la productividad como aspectos innegociables para el desarrollo de sus empresas agropecuarias.
24 de octubre de 2017 - 11:48
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Una nueva camada de empresarios agropecuarios se presta a replicar en la ganadería el cambio radical que la agricultura ya vivió. Una injerencia cada vez mayor de la tecnología, un rol profesional del manejo y la presencia indiscutible de mediciones y reportes periódicos, constituyen un combo innegociable para alcanzar altos niveles de eficiencia y productividad a campo.
Con la mirada puesta en esta nueva generación y en el marco del 15° Aniversario de MOTIVAR, para esta edición reunimos a tres profesionales de empresas con probada trayectoria para repasar los elementos sobresalientes de los distintos eslabones de la cadena productiva. En ese marco, MOTIVAR convocó a Pietro di Campello, director de Campagro; Mariano de Bary, director de Teodelina; y Pablo Grahmann, gerente Operativo y de Comercialización de San José del Oeste.
¿Dónde se llevó adelante este encuentro? En The Beer House Experience, un restaurante a puertas cerradas, donde los pormenores de la cría, la recría y el engorde fueron marinados con cervezas de la casa.
Excel en mano
Pietro di Campello
– Director de Campagro.
– Campos en Córdoba y Buenos Aires.
– La ganadería solo genera un 8% de la facturación.
– 1.500 vientres.
– 93% de preñez.
– Posee la cabaña Hereford
(aún en funcionamiento) más antigua del país.
Cabaña Tuyutí lleva 137 años haciendo cría en el país, tiempo suficiente para ser la firma más antigua, aún en actividad, entre las de raza Hereford.
Pietro di Campello, director de Campagro, una sociedad agroganadera que administra el establecimiento localizado en el sur de Córdoba, entiende a la producción ganadera como tradición.
“A pesar que la zona donde estamos se fue reconvirtiendo, para nosotros la ganadería representa un 8% de la facturación y debido a que el negocio va pivoteando, no queremos dejar atrás semejante carga genética. De hecho, alquilamos un campo para escapar del agua, asumiendo los costos que eso implica”, afirma el productor que tiene 1.500 vientres.
Campagro administra sus campos tanto el sur de Córdoba como el norte de Buenos Aires y en la cúspide de su versión ganadera llegó a tener 20.000 vientres en producción. “El 100% del campo es cabaña por lo cual todo lo que se hace es toro registrado o pedegree y así nuestro potencial toro vale más. El 20% del rodeo, -tanto macho, como hembra- se vende en remate y trabajamos dividiendo los lotes”, explica di Campello. Y sigue: “Los de excelencia se destinan a la agricultura, al igual que se destinarían los suelos intermedios, pero nosotros los tenemos con pasturas para ganadería con una carga en torno a 1,45 vacas por hectárea, logrando niveles de preñez cercanos al 92% promedio, desde hace muchos años, a tal punto que no solo es difícil superarlos, sino que es más fácil caer. A su vez, destetamos animales de 235 kg machos y 220 en hembras, ya que son suplementados desde los 30 días con crefin. Ya no hacemos ningún engorde a pasto, decidimos aumentar el volumen de cría y si el número de feedlot da en siete meses salimos con 460 o 480 kilos. Es decir, sacamos la recría a pasto del planteo”.
Para el ganadero es fundamental entender que el negocio agropecuario es una empresa y debe sustentarse en estrategias confiables.
“Hay que dejar atrás el “ver qué pasa”: hoy la tecnología nos permite medir más y al hacerlo podemos sacar mejores conclusiones para producir más, en menos tiempo”, sostiene di Campello. En un mundo cada vez más competitivo, remarca la flexibilidad que se debe tener frente a los cambios. “Quien no se adapte deberá alquilar o vender su campo, no veo lugar para los términos medios en este negocio”, sentencia.
En busca del equilibrio
Mariano de Bary
– Director de Teodelina.
– 2.190 hectáreas, en el sur de Santa Fe.
– 70% de la facturación es generado por la agricultura.
– 550 vientres.
– 90% de preñez.
– Persigue el equilibrio del
negocio entre la agricultura
y la ganadería.
“Producimos desde la genética hasta el novillo Hilton”, resume Mariano de Bary, director de Teodelina, compañía agropecuaria familiar que explota 2.190 hectáreas en el sur de Santa Fe. “Nuestro negocio se reparte un 70% agricultura y el resto ganadería, donde participamos de todos los ciclos de producción, en dos campos: Establecimiento 5 de Abril, en Elortondo; y Cabaña 14 de Abril, en Maria Teresa”. La firma destina 650 hectáreas a la actividad ganadera propiamente dicha, donde tiene unos 550 vientres que espera llevar a 1.000 en el mediano plazo. “Hace al menos 80 años que estamos presentes en la actividad, pero desde 2005 orientamos el planteo a agregar valor de los granos con la ganadería”, confiesa el productor.
Y agrega: “La expansión en el número de vientres se hará a través de una intensificación del uso del suelo”.
Las mediciones son un elemento central en la dinámica del negocio.
“Los índices de Teodelina parten de un sistema con vaca que entra a entore y terneros de 200 kilos promedio destetados con una tasa de extracción del 90%. Nos enfocamos en un sistema de servicio concentrado con dos pasadas de inseminación, donde si podemos, repasamos con los mismos toros que donan semen”, explica de Bary. Y completa: “A partir del año pasado, intentamos medir la conversión de la recría, a partir del uso de un aro de 1 metro cuadrado para medir volumen de pasto y producción dependiendo los animales”.
La ganadería está en expansión y entre las razones de esta nueva realidad, el productor del sur de Santa Fe señala que, el commoditie de granos es difícil que vuelva a los valores récord de hace un tiempo y a su vez, si se ordenan ciertas variables en el país, tanto en materia sanitaria como la apertura de mercados, hay una demanda grande de carne y nichos donde no hay muchos proveedores disponibles. “Es una apuesta de “faros largos”, y al ser la ganadería tranquila y lenta hay que subirse ahora a ese tren”, propone.
“Hay que aplicarle más agricultura a la ganadería”, resume el empresario y a modo de reflexión sostiene: “Antes los productores se desligaban del negocio en la venta. Particularmente creo que debemos integrarnos en toda la cadena, y si el objetivo es ser el supermercado del mundo, tendremos que apuntar a ser la góndola cara”.
En ese sentido, tanto para el hombre de Teodelina como los otros productores participes de la reunión, hay dos índices que se pueden mejorar relativamente fácil: engorde y destete. “Si hay buenas expectativas se le pueden sumar 30 o 40 kilos, generando un excedente de carne impresionante. Lo mismo para el criador, que invierte en mejorar su genética, atender mejor los servicios veterinarios, haciendo más eficiente toda la producción. Todo eso es solo posible si hay mercados externos. Creo que debemos apuntar al Pacífico sobre todo porque solo en China hay 300 millones de personas que pueden elegir cortes caros, productos que solo Argentina y Uruguay pueden ofrecer en calidad y cantidad”, analiza de Bary.
Una industria a cielo abierto
Pablo Grahmann
– Administrador de San José
del Oeste.
– Cuenta con un total de 17.000 hectáreas.
– 6.000 vientres.
– Feedlot de 10.000 cabezas
por año.
– 50 empleados.
– Su función es transformar granos en carne.
El apellido Born está emparentado al suelo argentino desde fines del siglo XIX.
Hoy, uno de sus descendientes continúa con la tradición, explotando 17.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, donde transforma maíz en carne.
San José del Oeste es el nombre de la firma que tiene 6.000 vientres, siembra 5.000 hectáreas de maíz por campaña y explota un feedlot donde se terminan 10.000 cabezas por año (entre propias y de terceros).
Para Pablo Grahmann, administrador de la compañía y miembro de la Cámara Argentina de Feedlot, “la presencia de equipos multidisciplinarios, como en nuestro caso, donde un veterinario, un agrónomo y un contador, tomamos las decisiones, lograrán el cambio en la ganadería que la agricultura ya vivió”.
En San José del Oeste el 45% de la facturación pasa por la ganadería, pero demanda el 80% de los 50 empleados que tiene la empresa.
“Nos sirve como vehículo para agregar valor a los granos que producimos ya que básicamente tenemos un campo netamente ganadero, en Olavarría, y dentro de ese negocio repartimos en tres pilares el negocio: cría, recría y feedlot”, repasa Grahmann. Y completa: “Prestamos servicios para que el capital inmovilizado no resulte una carga a la hora de calcular la rentabilidad; por eso recibimos muchos terneros de afuera”.
La empresa nace como tal hace 14 años con una pastura de agropiro y festuca en la parte alta, de lo que es un bajo en plena Cuenca del Salado y llegó a tener 12.000 vientres, pero nada de recría.
“La cría tiene una inelasticidad atómica; nos agarró la seca 2008-2009 y nos sacó por la ventana. Cualquier maniobra de suplementar con rollo un campo de estas dimensiones es inviable y, al tener más cabezas, la eficiencia cae”, reconoce. Y sigue, “optamos por convertirnos en una empresa más atomizada, con 6.000 vientres en servicio, 90% de preñez y ahora sí, una parte de recría más un feedlot tanto de uso propio como con el servicio de hotelería”.
A partir de este cambio, todo lo que empezó a sobrar de campo, por la tecnificación de pasturas, empezó a recibir recría, con más margen que una cría al pie, sobre todo por los menores costos de movilidad.
Para poblar las hectáreas se comenzó a ofrecer un servicio, a partir de acuerdos con frigoríficos, que suelen comprar terneros para ser recriados y llegando luego al encierre, asegurando así el abastecimiento de animales pesados.
“Una de las ventajas de este modelo es que el negocio deja de verse de manera estacional. Lo que proponemos es sumar 170 kilos en un año, compartiendo porcentajes con el dueño de la hacienda en la etapa de recría, aunque no así en el corral. En esta última etapa, buscamos darle valor agregado a nuestro maíz mediante un servicio adicional, de engorde”, repasa.
Entre los contratiempos que aún sufre el sector, el hombre de la Cámara Argentina de Feedlot señala la existencia de problemas impositivos, con distorsión de alícuotas, donde en lo que pudo ser un muy buen negocio termina no siéndolo, desalentando de ese modo las inversiones. “También hay distorsiones entre provincias: mientras que en Buenos Aires se paga 1,75% de Ingresos Brutos, en otras no se paga. Es decir, se incrementa el costo de la cadena y termina impactando en el consumidor. Por eso ponemos el foco sobre la reforma impositiva de la que se tanto se habla, para evaluar cambios”, cierra Grahmann.