Quien no se haya encontrado en estos primeros meses del año discutiendo sobre medidas económicas, políticas y financieras que arroje la primera piedra.
Justificados o no, los anuncios realizados por el gobierno nacional han alterado estructuras de costos, estrategias y políticas comerciales en diversos rubros de nuestro país, entre los cuales sin dudas se encuentra el de productos y servicios veterinarios. ¿Esto es bueno o es malo? Depende.
Como siempre, depende de en qué sector uno esté ubicado.
¿Es lo mismo realizarle esta pregunta a un productor lechero de Santa Fe que a un ganadero de ciclo completo en la Cuenca del Salado? Claro que no.
Mientras que el primero sufre aún las inclemencias climáticas y sigue viendo una disparada en los precios de sus insumos (tras la última devaluación y la quita de retenciones al maíz), el segundo goza de los buenos precios que se pagan hoy por el ternero, a la espera de que se abran, inclusive, nuevos mercados.
Y lo mismo ocurre en el ámbito de la actividad profesional: mientras que los veterinarios orientados al trabajo en bovinos están hoy en los campos, realizando inclusive un mayor número de tareas que en tiempos anteriores, aquellos dedicados a pequeños animales, equinos, calidad de leche, aves y también cerdos, comienzan a percibir una merma en sus actividades profesionales.
La industria de laboratorios comienza también a mostrar algunas luces amarillas en cuanto a los resultados esperados para este año.
Tras un inicio en el que parecían cumplirse (“aunque con más esfuerzo”) los objetivos comerciales, los meses de abril y mayo representaron un llamado de atención en cuanto a las proyecciones esperadas.
¿Cuáles serán entonces los desafíos en este tan ansiado segundo semestre del año?
Lógicamente, poder mantener las estructuras de producción, venta y distribución de productos veterinarios, con un ojo puesto sobre las deudas corrientes en “la calle” y el otro en los stocks que hoy manejan tanto distribuidores, como veterinarias (grandes y medianas), a fin de que no se detenga su rotación o bien la misma pueda administrarse de una manera eficiente.
¿Para qué? Para no perder eficiencia y terminar afectando los ajustados márgenes que ya plantean todos los negocios.
Más allá de lo descripto, de las opiniones a favor y en contra, de los nubarrones y las tormentas, el sector veterinario en su conjunto parece tener bien en claro algunos de los aprendizajes de años anteriores: lejos de poder intervenir en los desafíos macro que plantea la economía nacional, será imprescindible que el rubro (laboratorios, veterinarias y distribuidores) se mantenga activo en el control de variables estratégicas como son los volúmenes (y las formas) de venta, la financiación de las compras, el cobro de las mismas y la necesidad de limitar sobre stocks que perjudiquen el normal desarrollo de la cadena comercial, en todos y cada uno de sus rubros.
domingo 26 de noviembre de 2023