Tiempo de valientes: hay que abrir todos los debates

Quienes hacemos este medio nos guiamos por una premisa clave: la comunicación es todo.
Con más o menos adeptos, esta forma de pensar y encarar el mundo nos lleva a plantear cientos de escenarios e hipótesis, muchas de las cuales terminan interesando a aquellos con quienes las compartimos.
En ese marco, hemos estado discutiendo si aquello que sostenemos realmente lo pensamos o si es una respuesta a los estímulos que recibimos.
Es decir: ¿decimos o somos dichos? Exageremos un ejemplo para ser aún más claros: ¿nuestros lectores hablan del rol de la sanidad en la productividad animal porque lo creen verdaderamente o porque sobre esto leen en MOTIVAR?
Comentarios al margen respecto de este egocentrismo pasajero, entendemos desde hace un tiempo que es imprescindible rebatir determinados paradigmas que impiden avanzar como sociedad en distintos ámbitos.
¿Y cómo se logra eso? Un primer paso estaría dado por la posibilidad de debatir. Pero no sólo en relación a lo que pasa «afuera», sino también sobre aquello que nos toca en lo más «interno» de nuestra persona o actividad. Y esto es extrapolable tanto a las producciones animales, como al negocio ligado al cuidado de las mascotas.
Para el primer caso, el paradigma a vencer es el ligado a entender por qué teniendo la posibilidad de producir más y generar mejores ingresos, no lo hacemos. Y es aquí donde los integrantes de la cadena debemos hacer un parate y mirar «tranqueras adentro». Si haciendo tal o cual cosa nos va a ir mejor, ¿por qué no implementarla? ¿Es por su costo? ¿Tiene que ver con el trabajo que implica?
Hace un tiempo sostenemos que los asesores deben comenzar a interpelar a sus propios clientes, llevándolos a pensar de un modo distinto. Invitándolos a reordenar sus prioridades. ¿Y si dejamos de hablar de cantidad de cabezas y avanzamos sobre la productividad de las mismas? ¿Cuándo fue la última vez que escuchamos a hablar de kilos destetados por hectárea? ¿Por qué no se habla de estos temas?
No somos ingenuos y sabemos que el árbol suele tapar el bosque, pero inclusive (y fundamentalmente) en el peor escenario económico serán los más preocupados por ser eficientes quienes salgan adelante.
Hay que debatir, hablar y perder el miedo a preguntar.
Y lo mismo ocurre en el ámbito de los profesionales que se dedican a pequeños animales. Sin dudas que el tiempo ha pasado y la ciencia avanzó. Sin embargo, es frecuente ver nuevas generaciones adoptar enseñanzas del pasado sin interpelarlas en absoluto. ¿Siguen vigentes los planes de vacunación que se aplican? ¿Es necesario administrar tales o cuales principios activos a las mascotas?
Interesados en avanzar plantean­do estos y nuevos interrogantes verán desde este número, y en nuestras sucesivas ediciones, opiniones de profesionales, industriales, analistas y productores intentando aportar ideas y soluciones reales y concretas a las problemáticas actuales.
Siempre lo hicimos y siempre lo haremos, pero entendemos que a llegado el momento de darle voz y espacio a los que en el día a día enfrentan la problemática real; la del campo.
La voz de ellos, aquí será amplificada, porque de algo estamos absolutamente seguros: hablando, la gente se entiende…