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SUSCRIBITE» El estudio se realizó en seis establecimientos ganaderos de San Salvador, extrayendo materia fecal para un análisis coproparasitológico en terneros machos y hembras destetados, con un peso de 180 a 230 kilos.
En las Colonias Oficial N° 5, Santa Margarita y Caraballo, del Departamento de San Salvador, provincia de Entre Ríos, el manejo de un adecuado plan sanitario para controlar la incidencia de las parasitosis en los rodeos vacunos es un tema que no había sido abordado sistemáticamente. Los tratamientos que se realizan no son los indicados, ya que no son supervisados por un veterinario.
Esto trae como consecuencia la aparición de resistencia de los parásitos a las drogas antihelmínticas utilizadas.
El estudio se realizó en seis establecimientos ganaderos, extrayendo materia fecal para un análisis coproparasitologico en terneros machos y hembras destetados, con un peso de 180 a 230 kilos -durante un año- a partir del 23 de abril de 2009, con una periodicidad de 15 días.
Los hallazgos evidenciados en el estudio permitieron profundizar en el conocimiento de la carga parasitaria de los rodeos de la zona y determinar a su vez qué fármaco es el más indicado para cada caso, dependiendo de la oferta forrajera y del manejo de cada establecimiento.
El objetivo del estudio fue, por un lado, conocer la prevalencia y nivel de infestación parasitaria y el grado de resistencia a los antihelmínticos en los rodeos bovinos de establecimientos pertenecientes a productores que integran grupos de los Programas de Intervención del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria: PROFAM y Cambio Rural, vinculados con el INTA San Salvador.
Además de esto, se apuntó a determinar cuáles son las drogas antiparasitarias a las que se presenta mayor resistencia.
«Existen antiparasitarios muy económicos en el mercado, pero de baja calidad, con poca o nula eficacia . |
Tienen un plan
Adicionalmente, se trabajó para instalar un plan antiparasitario adecuado, que mediante un análisis coproparasitológico previo, indique la conveniencia o no de aplicar en forma rotativa las distintas drogas y para promover un adecuado manejo del pastoreo de los pastizales naturales y pasturas implantadas, con el fin de disminuir la infestación de los animales.
Entre los resultados logrados se destaca que, gracias a la información que brindó el recuento periódico de huevos en la materia fecal, en cuatro de los seis campos muestreados no hubo que realizar tratamientos durante todo el periodo que duró el trabajo, ya que los resultados de los análisis no lo indicaban.
Esto da la pauta que muchos de los tratamientos que se realizan habitualmente, son efectuados en base a la apariencia física de los animales, desconociéndose objetivamente la verdadera carga parasitaria.
Esta realidad no hace más que generar un gasto innecesario y, además, favorece la aparición de resistencia.
Es de hacer notar que en uno de los establecimientos muestreados se observó el fracaso de un tratamiento efectuado en base a ivermectina al 1%.
Se obtuvo una respuesta terapéutica positiva con el cambio de droga (levamisol), volviéndose a indicar posteriormente un nuevo tratamiento con ivermectina de marca y calidad reconocida, obteniéndose también en esta oportunidad un resultado efectivo. Por todo esto, es importante prestar atención a la hora de adquirir los antiparasitarios: en el mercado existen productos muy económicos, pero de baja calidad, con poca o nula eficacia.
Esto puede inducir a pensar en la presencia de resistencia de los parásitos al fármaco, cuando en realidad esto no es así, ya que el fracaso del tratamiento puede obedecer a la mala calidad del producto.
El asesoramiento profesional por parte de un veterinario en forma permanente, permitirá, como lo observado en el caso de la aparición de una infestación por coccidiosis en uno de los establecimientos evaluados, a hacer un diagnóstico temprano con el correspondiente tratamiento, de manera tal de evitar pérdidas innecesarias.
Las pérdidas ocasionadas por las enfermedades parasitarias son reales, por lo que se recomienda tenerlas en cuenta y actuar en consecuencia, elaborando un correcto calendario sanitario y un adecuado manejo de los potreros y aguadas.
Los kilos de carne que se «ganan» pagan los tratamientos y dejan dinero en el bolsillo del productor.