Lo interesante de la historia es formar parte de ella.
Muchas veces -y aunque no nos demos cuenta- transitamos procesos de cambio, cuya vorágine impide apreciar pequeños logros que se van consiguiendo en el camino de reacomodar situaciones que durante años sucedieron por fuera de la lógica y, generalmente, en tiempos de crisis.
Así, el sector ligado a la sanidad animal ha logrado, de 2002 en adelante, iniciar un interesante camino en el reposicionamiento de su claro aporte al incremento de la productividad animal.
Cuando antes solamente se mencionaba a la nutrición y a la genética como herramientas claves para aumentar los niveles de producción animal, hoy la sanidad volvió a ser tenida en cuenta por la mayoría de los especialistas. Resta mucho camino por recorrer. Es cierto. Pero no caben dudas que el trabajo desarrollado por la industria (fundamentalmente por Caprove), en cuanto a la difusión de los beneficios que se alcanzan con la utilización de la tecnología disponible ha sido importante. Tecnología que no tiene ninguna -ni la más mínima- razón de ser, si no se la incorpora de la mano de un médico veterinario.
Son los profesionales los que están realmente capacitados para demostrar el impacto del buen manejo sanitario en los campos.
En los últimos tiempos también los profesionales han logrado revertir, desde lo económico y laboral, la dura situación vivida hace tan sólo unos pocos años atrás.
Pero como decíamos, queda mucho camino por recorrer.
Hace unos días presenciamos una conferencia brindada por Daniel Rearte, en la cual el especialista del INTA sostenía -una vez más y ante la mirada atónita de un grupo de empresarios del sector de la producción- que en Argentina sólo el 17% de los productores estaciona el servicio de sus vacas. «Esto implica que poco más del 50% de los animales forma parte de un rodeo organizado», explicaba el especialista.
Frente a esta realidad y a la situación que atraviesa hoy en día la ganadería, no caben dudas que quienes están capacitados para incrementar los porcentajes anteriormente mencionados son los veterinarios.
Tal es así, que de las cifras expuestas por Rearte se desprende que aquellos productores que trabajan bajo un sistema organizado cuentan con un asesor que los guía en sus decisiones. El tema pasa por llevar esa información, demostrando resultados y despejando toda duda respecto del impacto de la sanidad en la producción, hacia aquellos establecimientos que hoy no poseen un médico veterinario a cargo de los animales, ni emplean planes sanitarios en los mismos.
Se les debe ofrecer un marco leal y rentable sobre el cual trabajar en los próximos tiempos, llevando su mensaje a aquellos que aún no lo han tomado.
Es claro que la extensión hacia esos lares debe realizarla el veterinario. Pero no se debe perder de vista que para que ellos tomen la iniciativa, se les debe ofrecer un marco leal y rentable sobre el cual trabajar.
No se les puede pedir a los profesionales que lleven adelante semejante tarea de «evangelización», sin que sus proveedores (los laboratorios) los apoyen frente a la cada vez mayor competencia comercial a la que deben sobreponerse.
Nos avecinamos a un 2012 con buenas posibilidades para quienes se desempeñan en el sector ganadero.
Está latente la posibilidad de incrementar «esa torta» sobre la cual tantas veces hemos escuchado.
Nuestro deseo para estas fiestas es que ello pueda realizarse a través de una mayor inserción de los veterinarios en el campo.
Las posibilidades existen y los estados de ánimo son claramente favorables.
Por ello: más que nunca, todos debemos apoyarlos.