» En La Para -Córdoba- nos reunimos con un grupo de tamberos que comparten asesoramiento y resultados.
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SUSCRIBITE» En La Para -Córdoba- nos reunimos con un grupo de tamberos que comparten asesoramiento y resultados.
Por Patricio Jiménez |
En La Para se produce leche. Y esto no es casualidad, ya que en la ciudad cordobesa abundan los tambos y las buenas expectativas en cuanto al futuro de la actividad de cara al futuro. Al tanto de esto, viajamos hacia el Noreste de la provincia mediterránea para conocer el trabajo en conjunto que vienen llevando adelante un grupo de 20 tambos de la zona. Allí nos entrevistamos con dos de los productores involucrados: Edgard Parrucci y Rubén Bianco, quienes relatan la interesante experiencia junto al Ing. Agr. Juan Cabassi, asesor de los tambos.
La idea es simple: todos buscan mejorar sus índices productivos en base a las experiencias positivas de sus vecinos.
«Aquellos que logran promedios de 32 litros al año, llevan a los que alcanzan sólo 24 a pensar en acciones superadoras», nos explican.
El trabajo formal comenzó en 2007 con algunos tambos hasta llegar hoy a más de 20 unidades que pasaron de un sistema pastoril con suplementación, a otro de encierre en estructuras acorde al crecimiento que se fue logrando.
Los números del Cuadro N° 1 reflejan los resultados obtenidos a lo largo de los últimos cuatro años. Es interesante observar cómo fue incrementándose los promedios, la cantidad de vacas en producción y los vientres totales.
«El promedio de esta cuenca lechera no llega a los 16/ 17 litros (anual, por vaca en ordeño, al día), mientras que nuestros tambos superan los 26 litros anuales», resume -orgulloso- Cabassi, quien además sostiene que el promedio de vaca en ordeñe ronda actualmente el 85% y destaca cómo lograron incrementar la producción en los meses del verano.
Sanidad
Esteban Cravero, médico veterinario que trabaja hace nueve años en los tambos de La Para, revolucionó la genética de los rodeos. Así lo recuerda Bianco: «Fue quien nos convenció de empezar a inseminar. Desde entonces, seguimos trabajando bien en genética y en base a los buenos resultados decidimos también enfocarnos aún más sobre la sanidad y la nutrición», agregó.
Según Cabassi, «en los últimos años el nivel de descarte y de mortandad de vacas es más que aceptable debido a que se modificó el manejo sanitario, dándole a la vaca lo que necesita, sin descuidarla».
En cuanto a la presencia de mastitis subclínicas, Parrucci considera que al aumentar la producción individual, se incrementa también la posibilidad de contraerlas. Esto, «siempre y cuando no se le preste atención a la prevención; debemos aplicar la tecnología disponible; es clave anticiparse a los problemas».
«Se trabaja con un calendario sanitario que llevan a cabo los productores o el tambero, o algún otro veterinario que trabaja con el Dr. Cravero», cuenta Cabassi, al tiempo que explica una de las últimas acciones que incorporaron. «Buscamos especialistas en mastitis, los cuales analizan las rutinas de ordeñe, testean la leche y los animales, para luego realizar un diagnóstico de situación. Luego, dan su visión respecto de la rutina que seguimos y qué patologías pueden estar presentes. En cada etapa de la producción hay un especialista», resumió.
Asesores y desafíos
La llegada de los asesores externos ayudó al crecimiento de los tambos de la zona y Parrucci valora esta realidad.
«Son indispensables: hay cosas que nosotros no podemos manejar; no sabríamos qué hacer con mucha de la tecnología que adquirimos, ni cómo aplicarla. En base a la propuesta de los profesionales, asumimos los desafíos productivos».
Además, destacó la importancia de valorar y confiar en las recomendaciones: «Nuestra confianza hacia ellos fue importante y estamos muy conformes».
La situación actual estimula a los productores para seguir avanzando, sin descuidar ningún detalle productivo, buscando un nuevo objetivo: los 35 litros.
¿Cómo lo harán? Incorporando «dietas aplicadas» (aditivos y productos especializados), sumando la recría de vaquillonas, consolidando el trabajo en grupo y el aumento de materia seca por hectárea, dejando de lado las alfalfas y el pastoreo directo. La vocación es mucha y seguramente los buenos resultados serán cuestión de tiempo.
Una «cadena de favores» que vale la pena proponer y estimular.