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CASOS EXITOSOS EN LOS QUE LA INVERSION SE CONVIERTE EN EFICIENCIA

¿Cuál es el rol de la mecanización en la producción lechera actual?

La intensificación de los sistemas incrementa la carga de la maquinaria en la estructura de costos. ¿Cuándo se torna conveniente su implementación?
Motivar | Facundo Sonatti
Por Facundo Sonatti 1 de octubre de 2017 - 00:20

Los tambos argentinos tienen en el centro de la escena a su productora estrella, la vaca. Sin embargo, también cuentan con un paquete de herramientas que se repite homogéneamente en todo el país y que muchas veces no recibe demasiada atención.
El staff se compone, como mínimo, de un tractor, un mixer, la desmalezadora, un pinche para los rollos y rastras.
Y a medida que se intensifica la producción, la escala pasa a jugar un papel fundamental para determinar cuándo el sistema demanda una mirada más precisa sobre la incidencia de esos equipos en la estructura de costos y la productividad.
A pesar que en el país no existen estudios sobre el real alcance que tienen los implementos agrícolas sobre los niveles de producción lechera, algunas reflexiones permiten determinar que, ante el crecimiento de la escala, la incorporación de equipos con mayor tecnología y un uso apropiado de los mismos, garantiza mejoras en el rendimiento de todo el sistema.

Un caso en números
El Ing. Agr. Pablo Cattani, asesor privado, abre el debate con un trabajo que realizó de la mano del INTA a fin de justificar la incorporación de un equipo para producir rollos y prescindir así del contratista en cuestión.
“Un productor lechero debe despachar 1.700 rollos por año para equiparar los costos que le insume un contratista que realice la misma tarea”, asegura Cattani. Y explica: “Esto, teniendo en cuenta que se amortiza un tractor en 10 años; una rotoenfardadora en seis; y una segadora-acondicionadora en cinco; contemplando tanto un valor residual del 40% sobre los equipos, como todos los costos asociados, desde los intereses hasta el combustible y la mano de obra”.
En otras palabras, con esa escala de trabajo, para el productor pasa a ser “negocio” incorporar esos equipos (cortadora y acondicionador) y para el asesor, se añaden dos grandes ventajas: control sobre los tiempos de uso y mayor productividad. “En este último punto, lo que se coseche por menor respiración tendrá mayor cantidad de nutrientes y, por ende, también se observarán mejoras en producción de carne o leche. Entonces, el excedente de energía que genera un correcto uso de estas herramientas, reduce el retorno sobre el capital invertido en una cortadora-acondicionadora a tan solo un año y medio”, garantiza Cattani.
“A partir de las recurrentes crisis de precios y los contratiempos climáticos, en muchos casos estas herramientas ya presentan un nivel de antigüedad y obsolescencia técnica”, señala Miguel Taverna, del INTA Rafaela y asegura que, “existe una tendencia creciente en contratar los trabajos de siembra, aplicaciones y confección de reservas (especialmente silo). Empresas y/o cooperativas conformadas por los mismos productores, disponen de equipos de alta capacidad operativa y tecnología avanzada, brindando servicios especializados”.

Un jugador de primera
En Carlos Pellegrini, Santa Fe, existe una compañía familiar que produce más de 45.000 litros de leche con 1.200 vacas en ordeño sobre un sistema de 1.600 hectáreas, que hace de la maximización de la productividad su leitmotiv. El Grupo Chiavassa desarrolló este establecimiento productivo en franca expansión con una flota completa de maquinaria que juega un papel cada vez más preponderante. Para Cristian Chiavassa, director de la compañía, mientras que un sistema lechero factura más de $ 160.000 por hectárea, la misma superficie en soja o maíz no supera los $ 25.000. “Es por eso que en nuestra actividad la maquinaria entra a jugar un papel muy importante para alcanzar ese valor agregado”.
Chiavassa tiene seis tractores, dos manipuladores telescópicos y dos mixers, entre otros equipos que forman su flota estable. “Hoy, medimos cuánto alimento se provee a los animales a diario, cuánto efectivamente comen y cuánto quedó de excedente y en la sala de ordeño tenemos la producción diaria de leche de cada vaca. Si te demoras tres horas más en alimentar a las vacas por una falla en un tractor eso impacta en la producción aunque no tenemos determinada en qué porcentaje”, reconoce el empresario. Y agrega, “a medida que fuimos intensificando la producción, incorporamos equipos de mayor calidad.
A modo de ejemplo, los tractores que se utilizan con los mixers operan 8 horas diarias los 365 días del año, por lo cual se torna fundamental contar con equipos confiables”.
Grupo Chiavassa está mutando toda su flota de tractores a John Deere.
En ese sentido, su director, confiesa que tener un servicio de posventa y el asesoramiento en el uso de las herramientas y sus innovaciones, es clave. “En nuestro caso, el rol de Remonda Castro, concesionario oficial John Deere, es fundamental”, asegura Chiavassa. Para Martín Toledo, jefe de mantenimiento del grupo agropecuario, los equipos más avanzados aportan mayor durabilidad, a su vez, se reducen la cantidad de roturas y aportan confiabilidad a la hora de salir a campo. “En el caso puntual de John Deere su diseño aporta un cómodo acceso a los repuestos a la hora de hacer mantenimiento”, afirma.

La dupla tractor – mixer
“Hoy el gran problema en los campos pasa por generar muchas raciones por hectárea y elevar la tasa de consumo a partir de una buena digestibilidad del forraje”, sentencia Cattani y completa, “para llegar al punto justo necesario hay que entrar en el día y hora adecuadas al lote, por ende, contar con tractores y herramientas confiables es fundamental para no condicionar toda la actividad”. “Resulta que al elevarse el porcentaje de fibra el animal necesitará más alimento para incorporar los misma cantidad nutrientes y tardará más en metabolizarlo”, precisa el asesor privado.
Cuando de mixers se trata, para Cattani, la tendencia es incorporar equipos más grandes. De hecho, en Chiavassa se recominda pasar de 14 a 22 metros cúbicos y el retorno de la inversión de los mismos se estima en tres años.
“Esto no es lineal ya que no solo hay ahorro de combustible sino de tiempo y precisión, por no sobreexigir la maquina ni el capital humano”, asegura. Y ejemplifica: “Comparando un sistema de autoconsumo, con uno con suministro controlado, ya sea con mixers o carros racionadores, podemos ver que en una Ha de silo de maíz que rinda aproximadamente 12.000 kg de materia seca, si se pierde 0,1 mcal (ese material puede tener 2,4 Mcal/kg de MS) vamos a perder la energía necesaria para la producción de 65 kg de carne. Entonces, dependiendo de la escala productiva debemos analizar si el autoconsumo es tan ventajoso respecto a otros sistemas”.
Juan Monge, asesor en la confección de reservas y manejo de las camas de compost para Grupo Chiavassa asegura que, la última tecnología, independientemente de la marca, trae monitores de rendimiento, sensores de humedad y a partir de todo tipo de mediciones se puede planificar mejor la producción. “En el país hay una tendencia muy grande hacia el confinamiento y el mismo requiere un mayor uso de maquinaria, donde el combustible se transforma en un insumo clave, que termina teniendo una mayor incidencia sobre los costos de la producción de leche”, grafica Monge en el cierre.

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