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CLAVES A TENER EN CUENTA EN EL MARCO DEL BIENESTAR ANIMAL

“El dolor, sin dudas, puede tener efectos negativos sobre la producción”

Exponemos aquí el «principio de las cinco libertades» en terneros lactantes, el cual establece condiciones ideales para el desarrollo de los animales.
Por XAVIER MANTECA 31 de agosto de 2014 - 23:11

Si bien el término «bienestar animal» se ha definido de muchas maneras, la mayoría de autores coinciden en, al menos, tres aspectos. En primer lugar, el sufrimiento es un aspecto clave (dolor y el miedo, son un problema). Además, estudiar los parámetros que permiten cuantificar el grado de adaptación de los animales a su ambiente aporta información útil sobre su bienestar: prevalencia de lesiones y enfermedades multifactoriales, consecuencias de la respuesta de estrés y la disminución de la producción. Por último, existen conductas naturales que son importantes en sí mismas y que, por lo tanto, el animal debería poder llevar a cabo incluso en una explotación intensiva.

Siguiendo un enfoque parecido, el Farm Animal Welfare Council, un órgano asesor del gobierno británico en asuntos relacionados con el bienestar de los animales de producción, propuso en 1992 que estas buenas prácticas quedan garantizadas cuando se cumple con el «principio de las cinco libertades».

Tabla N° 1. Principales problemas de bienestar en terneros lactantes de acuerdo con el  principio de las cinco libertades.
Problema de bienestar Principio comprometido
Dolor causado por enfermedades y por prácticas de manejo. Ausencia de dolor, enfermedades y lesiones.
Estrés por frío. Ausencia de incomodidad física y térmica.
Restricción de conducta. Posibilidad de mostrar una conducta normal.
Suministro de una cantidad insuficiente de leche. Ausencia de hambre y sed crónicas.
Transferencia inadecuada de inmunidad pasiva. Ausencia de dolor, enfermedades y lesiones.

El mismo constituye una aproximación práctica útil al estudio del bienestar animal y a su valoración en las explotaciones, durante el transporte y sacrificio. Además, ha constituido la base de muchas de las leyes de protección de los animales en la Unión Europea y en otras partes del mundo. Este principio no establece las condiciones mínimas aceptables, sino las condiciones ideales que garantizarían un nivel óptimo de bienestar. En ese marco y en la Tabla N° 1 se indican algunos de los principales problemas en terneros lactantes.

 

Dolor por enfermedades y manejo

El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular real o potencial: no sólo constituye un problema de bienestar sino que puede tener efectos negativos sobre la producción. Esto se debe a que desencadena una respuesta de estrés que incluye cambios fisiológicos y de comportamiento potencialmente negativos.

Así, el estrés causa una disminución del consumo de alimento y puede tener efectos inmunodepresores que aumentan el riesgo de que el animal sufra algunas enfermedades infecciosas.

Los terneros son perfectamente capaces de experimentar dolor desde que nacen y el mismo puede ser consecuencia de enfermedades y lesiones, así como de algunas prácticas de manejo tales como el desmochado. Entre las patologías y lesiones que resultan más dolorosas para los terneros destacan las fracturas de patas, la artritis séptica resultante de una infección del cordón umbilical y la neumonía (NdR: en Argentina, también la castración).

El desmochado está justificado desde el punto de vista de la seguridad del personal y del bienestar de los animales, pero sin dudas resulta muy doloroso para el animal. Por lo tanto y en la medida de lo posible, debería efectuarse siempre utilizando anestesia local y analgesia sistémica.

Un protocolo adecuado para evitar el dolor causado por el desmochado consiste en administrar 5 ml de lidocaína por vía subcutánea unos 10 minutos antes de la intervención y meloxicam de 20 mg a una dosis de 0,25 ml/10 Kg. de peso. Si no es posible administrar anestesia local y analgesia, el desmochado por cauterización es preferible al desmochado químico.

 

Estrés por frío

De la misma forma que las vacas de leche son muy sensibles al estrés por calor, los terneros son sensibles al frío, especialmente durante las dos primeras semanas de vida. En efecto, debe considerarse la posibilidad de que los teneros de hasta 15 días de edad experimenten estrés por frío si la temperatura es inferior a los 15ºC. Vale decir también que los terneros pierden calor sobre todo por las patas, que tienen una relación entre su superficie y su volumen mayor que las otras partes del cuerpo.

Por esta razón, la mejor manera de reducir el riesgo de estrés por frío es proporcionar a los terneros una cama de paja seca y de la profundidad suficiente para que puedan echarse de modo que sus patas queden totalmente cubiertas por la paja.

 

Restricción de conducta

Algunos terneros adquieren el hábito de chupar partes del cuerpo de otros, realizando los mismos movimientos que si estuvieran mamando de la ubre. Esto se denomina «conducta de mamar redirigida» y su aparición está relacionada con la forma de suministro de la leche (cubo o tetina).

Cuando el ternero mama de la vaca, cada episodio de amamantamiento dura aproximadamente 6-12 minutos. Por el contrario, un ternero tarda sólo un minuto en beber la leche que se le suministra en un cubo. El riesgo de que un ternero chupe partes del cuerpo de otro es especialmente alto durante los 10 – 15 minutos después de la toma de leche: es aconsejable que durante ese tiempo permanezcan inmovilizados en el cornadizo.

Otro dato interesante tiene que ver con que los terneros alojados individualmente muestran una mayor incidencia de estereotipias (conductas repetitivas, invariables y sin función aparente) que aquellos alojados en grupo. Y esto se considera un indicador de falta de bienestar.

Además, los terneros alojados individualmente muestran evidencias de una mayor actividad adrenal, que sería indicativa de un mayor grado de estrés crónico. Finalmente y durante la lactación, tienen problemas de adaptación cuando se alojan en grupo después del destete, especialmente si lo hacen con animales que habían estado en grupo durante el período de lactancia.

Sin embargo, el alojamiento individual evita la conducta redirigida que hemos explicado antes y puede ser ventajoso desde el punto de vista sanitario, aunque este efecto depende de las condiciones de la explotación. Por lo tanto, es muy difícil concluir cuál es el mejor sistema de alojamiento de terneros lactantes (en grupo o individual), puesto que cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

 

Suministro de suficiente de leche

Tradicionalmente, se ha recomendado proporcionar a los terneros una cantidad de leche equivalente al 10% de su peso.

Sin embargo, si estos mamasen de la vaca, consumirían aproximadamente el doble de dicha cantidad.

Por otra parte, estudios recientes realizados en Canadá indican que suministrar una cantidad de leche diaria equivalente al 20% del peso del ternero tiene varias ventajas desde el punto de vista sanitario, productivo y de bienestar.

En efecto, los terneros que reciben una mayor cantidad de leche dan menos muestras de pasar hambre, crecen más rápido y tienen una menor incidencia de patologías comparados con los que se alimentan según la recomendación tradicional. Además y en el caso de las terneras de recría, parece ser que la producción de leche al menos en la primera lactación es mayor si las terneras han recibido una cantidad de leche equivalente al 20% de su peso.

 

Transferencia de inmunidad pasiva

Numerosos estudios demuestran que la ingestión de una cantidad suficiente de calostro de buena calidad inmediatamente después del nacimiento es el más importante de todos los factores que condicionan la supervivencia y salud de los terneros.

Así, por ejemplo, se considera que casi una tercera parte de las bajas de terneros que se producen durante las tres primeras semanas de vida son debidas a una transferencia inadecuada de inmunidad a través del calostro. Un estudio realizado en los Estados Unidos demostró que más del 40% de los terneros de entre 24 y 48 horas de vida tienen una concentración plasmática de IgG demasiado baja.

Hay tres aspectos que condicionan la eficacia de la transferencia de inmunidad vía calostro: la calidad del calostro (concentración de IgG), la cantidad ingerida por el ternero y la eficacia con que las IgG del calostro son absorbidas en el intestino delgado del ternero. En general, se considera que un calostro de buena calidad debería tener una concentración de IgG igual o superior a 50 g / litro y, sin embargo, la concentración de IgG en diferentes muestras de calostro obtenidas de vacas Holstein oscila entre menos de 10 y más de 180 gramos de IgG por litro.

La calidad del calostro depende de muchos factores, incluyendo el momento en que se obtiene y la vacunación de las vacas antes del parto. La misma es máxima inmediatamente después del parto, por lo que idealmente se recomienda obtenerlo durante las dos primeras horas tras el parto y en ningún caso después de transcurridas 6 horas. Por otra parte, diversos estudios indican que la vacunación de las vacas durante las 3 – 6 semanas previas al parto resulta en un aumento de la concentración de IgG del calostro frente a numerosos patógenos. La cantidad óptima de calostro que debería administrarse depende de su calidad, pero en general se recomienda suministrar una primera toma equivalente al 10 – 12% del peso del ternero.

Recordar que el estrés por frío disminuye la absorción de IgG en el intestino.

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