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El “nicho” que ya alimenta al mundo

Con un moderado desarrollo en nuestro país, la acuicultura sigue batiendo récords de crecimiento a nivel global. ¿Qué inversiones se están realizando? Ventajas y limitantes de la actividad.
Por MARINA GONZALEZ FONTAO 31 de agosto de 2013 - 23:22

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Superintensivo. Sistema utilizado por Catania en Buenos Aires. Superintensivo. Sistema utilizado por Catania en Buenos Aires.

Actividad incipiente en la Argentina, la acuicultura cada vez toma una mayor relevancia a nivel mundial. Con China a la cabeza -80% de la producción global-, este conjunto de actividades, técnicas y conocimientos de cultivo de especies acuáticas generó en 2010, según datos de la FAO, unas 60 millones de toneladas, por un valor total estimado que supera los US$ 120.000 millones.

En definitiva, la actividad se erige como uno de los sectores de producción de alimentos de origen animal de más rápido crecimiento: para el próximo decenio, el total de la pesca de captura y la acuicultura superará los volúmenes ligados a los de carne vacuna, porcina y de aves de corral.

Entre 1980 y 2010, la producción acuícola mundial de especies comestibles creció casi 12 veces, a una tasa media anual de 8.8%. ¿Otro dato? Si bien el consumo per cápita mundial es de 17 kilos, en Argentina sólo se registran 6 kilos por persona.

«Se proyecta que, para 2025 y con un importante crecimiento de la población global, el promedio mundial de consumo será de 22 kilos. La carne de pescado tiene una enorme potencialidad que hay que promocionar», le explicó a este Periódico MOTIVAR Laura Luchini, responsable de la Dirección de Acuicultura del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.

Cosecha de peces en Misiones. Venta a pie de estanque. Cosecha de peces en Misiones. Venta a pie de estanque.

Como se dijo, la producción argentina es incipiente (en 2011 se produjeron unas 3.200 toneladas), pero encierra una gran promesa debido a los recursos necesarios para su desarrollo: en especial, la disponibilidad de agua y las condiciones climáticas que permiten una mayor diversificación. Hoy, su rama más desarrollada es la piscicultura. Una de sus ventajas es la alta conversión alimenticia: teniendo en cuenta una variación entre especies, por cada 1.5 o 1.2 de alimento, se produce un kilo de pescado. Asimismo, desde el Centro Nacional de Desarrollo Acuícola (Corrientes), se busca realizar formulaciones más económicas y de mejor resultado que lleven a una mayor rentabilidad. El alimento balanceado representa entre el 40 y 60% del costo de producción y se constituye como una de las limitantes más importantes del rápido despegue de la actividad, tal como le explicó a este medio Gustavo Wicki, responsable de la institución correntina.

 

La producción más desarrollada

La truchicultura representa el 85% de la producción piscícola de nuestro país.

Embalse Alicurá. Criadero de truchas arcoiris en jaulas flotantes en el río Limay. Embalse Alicurá. Criadero de truchas arcoiris en jaulas flotantes en el río Limay.

La trucha arco iris es la especie que se cultiva principalmente en la Patagonia, debido a las bajas temperaturas en el agua necesarias para este tipo de pez, aunque también se desarrolla en otras zonas, bajo sistemas controlados.

En el caso de Neuquén, provincia que registra la mayor cantidad de toneladas anuales producidas, existen ocho concesiones activas en el Embalse Alicurá y una en el de Piedra del Águila. En referencia a los objetivos provinciales, Pablo Núñez (funcionario del Ministerio de Desarrollo territorial local), nos comentó: «Se busca impulsar la actividad en el embalse de Piedra de Águila porque -al tener dos grados más de temperatura que el de Alicurá- se reduce el ciclo productivo: esto representa una ventaja comparativa interesante a explotar». Al año y en el mercado oficial, se producen entre 900 y 1.000 toneladas. La trucha es la única especie que se logró exportar. «Una de las empresas aquí radicadas ha logrado ingresar en el mercado orgánico de Estados Unidos, el cual exige producir bajo determinadas normas que se certifican y auditan constantemente pero que, a la vez, es altamente redituable», agregó Núñez.

Con respecto a la cuestión económica y con una inversión inicial de $300 mil, se logran producir 50 toneladas.

SE CREO EL REGISTRO NACIONAL DE TECNICOS ACUICOLAS ACREDITADOS

El Senasa puso en vigencia la Resolución 387, que crea el Registro Nacional de Técnicos Acuícolas Acreditados, cuya coordinación estará a cargo del Programa de Enfermedades de los Animales Acuáticos dependiente de su Dirección Nacional de Sanidad Animal. La normativa define al técnico acuícola acreditado (TAA) como aquel profesional, técnico o perito que está especializado en producción acuícola y que puede ser el mismo productor o estar contratado por el propietario de los animales, para realizar tareas inherentes a la higiene, seguridad y prevención de las enfermedades, a través de la aplicación de buenas prácticas de manejo.
Para su inscripción como técnicos acuícolas, se requiere poseer más de 18 años y estar especializado en producción y sanidad acuícola, acreditando los certificados correspondientes. Se dará prioridad a profesionales estudiantes avanzados en carreras vinculadas al agro como Medicina Veterinaria, Ingeniería Agronómica o Biología. En segundo lugar, se considerarán técnicos graduados con títulos específicos e idóneos en la temática.
Una vez acreditados, los TAA deberán asistir con obligatoriedad a los cursos de actualización y reválida de la acreditación que se dictarán con la periodicidad adecuada, programados entre el Senasa, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y las provincias involucradas.
La figura del técnico acreditado permitirá mejorar la calidad de las producciones acuícolas nacionales, adecuar el manejo de estas a los requisitos internacionales y, en el marco de las acciones del Programa, ayudar a la apertura de nuevos mercados.

El período de engorde es de entre seis y 18 meses y el producto se cotiza entre $38 y $54 por kilo. La amortización se logra en cuatro o cinco años. «Es un tipo de producción que tiene un alto rendimiento, incluso mayor al de la fruticultura en Alto Valle», sostuvo el profesional.

«Si bien no se han registrado graves problemas sanitarios, los que ocurren se deben a un mal manejo de la producción, que genera estrés en los peces. Es indispensable que el productor conozca cuestiones ligadas al bienestar animal y se interiorice sobre el Manual de Buenas Prácticas Acuícolas publicado por el Ministerio de Agricultura de la Nación», aclaró Nuñez.

Frente a esto, el agrónomo consideró fundamental el avance de las capacitaciones específicas hacia profesionales (como los veterinarios) y la retroalimentación de conocimientos entre las facultades y los productores para impulsar la actividad.

 

El NEA y su potencial

La región cuenta con un Clúster Acuícola, compuesto por un conjunto de actores vinculados a la producción y comercialización. Allí se realiza la producción de especies de clima subtropical por parte de unos 2.000 acuicultores de Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones, siendo esta última la provincia más desarrollada de la zona en el ámbito de la piscicultura.

Por un lado, existen las yerbateras, como Rosamonte, que concentra la mayor producción de pacú regional (600 toneladas al año) y Romance, que cultiva surubí, dorado, salmón de río, pacú y sábalo.

Por otro lado, más de 1.100 pequeños productores censados realizan policultivo.

Según datos aportados por Herman Hennig (INTA Puerto Rico), cada productor cuenta con cerca de 3.500 metros cuadrados, en los que coexisten estanques de 30 metros de ancho por 80 de largo y otros más pequeños destinados a las recrías: allí se obtienen 1.500 kilos por cosecha (pacú, tilapia, sábalo, rhamdia, y carpas). Al igual que en el caso de la trucha, los problemas sanitarios tienen que ver con un incorrecto manejo de la producción, que puede llevar a que surjan enfermedades como el punto blanco. «Al haber un déficit de capacitación, se utilizan sistemas sencillos de manejar y que requieren de una menor inversión inicial. Tratamos de incentivar a los productores para que trabajen en forma de cooperativas y logren mayor eficiencia a la hora de adquirir insumos y realizar la poscosecha», nos comentó Hennig.

Para tener una idea del aspecto económico de la producción, el agrónomo explicó: «Existen créditos por $25 mil en la provincia para quienes formen parte de cooperativas». A su vez, ejemplificó con un modelo de inversión basado en el sistema de policultivo semi intensivo: «Con ese monto, un pequeño productor construye un estanque de 3.500 metros cuadrados y compra alevinos. En esa superficie puede sembrar 1.000 peces y generar en un ciclo productivo (seis meses para la tilapia y 18 para otras especies) unos 1.500 kilos. Vendiendo en forma directa a $25 el kilo, en dos ciclos recupera la inversión», aseveró.

Por otra parte, Laura Luchini agregó que uno de los principales aspectos a mejorar en la zona es la organización y mejora de la cadena de valor: producción de semillas, engorde, procesamiento y la comercialización que se realiza por canales informales no consolidados. Vale mencionar que desde el Ministerio nacional se anunció la inversión de $40 millones en explotaciones acuícolas del Noreste. El proyecto se centrará en el mejoramiento de la infraestructura de investigación de especies con potencial comercial, así como en la capacitación y asistencia técnica para la promoción de buenas prácticas de las explotaciones.

 

El superintensivo

Los sistemas controlados y de recirculación en acuicultura permiten ejercer un control sobre el agua del cultivo y sobre otros factores como el tiempo de estabulado y el momento de la cosecha. Se realizan en estanques o piletas aislados del medio ambiente natural y son considerados de tipo súper intensivos ya que se mide la densidad de peces por metro cúbico y no ya por metro cuadrado. «Es posible cultivar toda especie acuática de la que se conozca su biología. Y los ciclos de cada una se vuelven más cortos. Con un año en Bariloche se consigue que la trucha pese 230 gramos aproximadamente, mientras que con este sistema se logra que sea mayor a un kilo», le comentó a MOTIVAR Eduardo Catania, productor y propietario de la Escuela de Acuicultura que lleva su nombre. Sus instalaciones se ubican en San Vicente, Buenos Aires y allí se desarrollan alevinos de diversas especies y cultivan -en mayor medida- truchas y tilapias.

Desde el punto de vista económico, Catania asegura que una producción realizada con este sistema puede ser rentable a cualquier escala. «Con una inversión de $10 mil se puede criar peces ornamentales y amortizarla en la primera cosecha de cuatro o seis meses, pero lo que se obtiene es módico. En cambio, destinando $280 mil en instalaciones y $70 mil en insumos, se recupera lo invertido en dos o tres años y se logran ganancias mucho mayores», nos explicó.

Lo obtenido depende de si se busca atender una producción de forma part time o full time. A su vez, recomendó asesorarse con un idóneo y, también, comenzar con una producción más modesta para adquirir experiencia.

«Falta mucho en desarrollo acuícola en la Argentina. Esta producción ha demostrado ser sumamente rentable en todo el mundo y crece más rápidamente que otras. No hay prácticamente profesionales especializados en esta forma de producción y es un excelente negocio», concluyo Catania para resaltar el potencial que encierra una actividad ávida de profesionales capacitados para asesorar y ejercer controles que permitan lograr mejores resultados que los actuales y sumarse a otras producciones animales ya desarrolladas en nuestro país.

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