Sin el consentimiento de sociólogos o psicólogos, ni mucho menos un trabajo estadístico que avale la siguiente afirmación, muchos de ustedes coincidirán en que la Argentina es un país claramente ciclotímico.
Los cambios de humor y la alternancia entre la exaltación y el desánimo son características en nosotros. Estas situaciones, lejos de ser un problema, reflejan el alto grado de convulsión con el cual convivimos a diario.
Atendiendo estas cuestiones, recordamos un cuento que quizás poco tenga que ver con el desarrollo de la industria veterinaria, pero con el cual aquellos que de la misma participan podrán sentirse identificados.
«Hubo una vez un Rey que dijo a los sabios de su corte: – Me estoy fabricando un precioso anillo. En él, quiero guardar oculto un mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.
Los sabios buscaron en sus libros, pero no encontraron nada. El Rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. Existía un gran respeto por esta persona, quien le dijo: -No soy un erudito, pero conozco el mensaje, el cual aquí te entrego, pidiéndote que sólo abras cuando todo lo demás haya fracasado… cuando no encuentres salida a la situación-.
Ese momento no tardó en llegar.
El país fue invadido y el Rey perdió su reino. Estaba huyendo en su caballo y sus enemigos lo perseguían. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida.
De repente, se acordó del anillo.
Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje que decía: «Esto también pasará». Mientras lo leía, sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino; poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
Se sintió agradecido. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: -Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿Qué quieres decir? -preguntó el Rey-.
Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado.
-Escucha -dijo el anciano-: Este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. Recuerda que todo pasa. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas».
viernes 29 de marzo de 2024